—¿Lo han visto y dejaron que escapara?
El agente contestó con monosílabos y le indicó a la pareja de policías por dónde se había ido el muchacho de los ojos verdes. Siguieron preguntando, hasta que se toparon con un cazador que parecía haber visto al chico.
—Simplemente me preguntó cuál era el mejor camino para alcanzar la carretera al recodo del río.
Poco después, Lolito alcanzó la carretera, donde se detuvo unos instantes para recuperar fuerzas, al tiempo que dejaba su carga en el suelo y suspiraba profundamente. Su vista se dirigió hacia aquel puente que desde la ventana del hotel había descubierto. Pocos minutos después, se encontraba en el puente blanco que comunicaba con la orilla del río.
Observó complacido el lugar y, del paquete, sacó una caña plegable. Abandonando el envoltorio en la misma carretera, se colocó el cesto en bandolera, dirigiendo sus pasos a través del puente hasta la orilla. Tras darle un vistazo al lugar, fue a situarse al lado de unas rocas que el tupido tapaba casi en su totalidad.
Por aquellos lugares y momentos pasaba un coche tirado por caballos. Era del emperador y era el mismo Samuel de Luque quien lo ocupaba. Maquiavélicas conspiraciones pasaron por la mente de Fargan, en tanto que Willy se quedaba de pie, esperando a que éste dijera algo.
—Majestad, algo grave sucede —un rato después, el cochero detenía el carruaje al tiempo que se dirigía al emperador—. Nuestro jefe de policía viene corriendo hacia nosotros.
Vegetta se levantó, un poco sorprendido por aquella noticia y también para cerciorarse de la veracidad de aquellas palabras. Fargan llegó jadeante, seguido de Willy, quien fue el primero en hacer una reverencia, en tanto que su compañero saludaba militarmente y acto seguido, con las palabras encontradas por la emoción y la falta de aire, así como el rostro angustiado, dijo:
—¡Por dios, Majestad! No debe seguir, un joven que desde hace tiempo persigo, ha dejado en la carretera un artefacto sospechoso. Creo, majestad, que estamos sobre la pista de una banda de nihilistas.
Samuel miró el bulto que estaba en el centro del camino y mandó a uno de sus fusileros a quitar el envoltorio del camino. El soldado obedeció, y acompañado de Fargan, que tomó toda clase de precauciones, cogieron el envoltorio que tanta alarma había producido. Momentos más tarde, al darse cuenta de que era una falsa alarma, Vegetta no pudo reprimir una sonrisa en tanto Fargan y Willy se disculpaban por las molestias.
El carruaje inició nuevamente la marcha mientras el policía le comunicaba sus sospechas en un susurro a su compañero. De pronto, el emperador sintió que algo se enganchaba en su guerrera.
—¿Quién ha cogido mi anzuelo? —la cabeza de un joven pelinaranja se asomó entre la maleza.
—¿Y quién pretende detener mi marcha? —preguntó a su vez, Samuel.
—Este es el muchacho, el nihilista del que le he hablado.
—¿Permite Su Majestad que desprenda mi anzuelo? —preguntó Lolito, y al ver que el emperador asentía, sonrió—. Pero, Majestad, este policía está loquísimo, ¡qué voy a ser yo un nihilista!
—Te creo —dijo Vegetta sin dejar de sonreír—, pero estoy seguro de que no eres de por aquí.
—No, soy del sur. de la frontera entre Karmaland y Tortillaland.
Samuel miró detenidamente al lindo joven que se había cruzado en su camino. Probablemente lo encontró muy bonito e incluso, se sintió atraído por él, porque dirigiéndose al conde que lo acompañaba, dijo:
—Conde, hágame el favor de adelantarse con el coche, yo seguiré mi paseo a pie. Y dígaselo a mi madre, por favor.
—A sus órdenes, Majestad.
Vegetta se volvió de nuevo a Lolito, para comentar:
—Si el tiempo te lo permite, podrías acompañarme un poco.
Lolito accedió, no sin antes devolverse a recoger sus cosas y que Fargan le hiciera advertencias a su señor, advertencias que serían en vano, pues lo que creía Fargan sobre el joven estaba muy lejos de la realidad. Iniciaron la marcha en silencio, seguidos de lejos por Fargan y Willy.
—¿Has cogido algo con ella? —el emperador señaló la caña de pescar de Lolito.
—Sí, he cogido a Su Majestad —le guiñó el ojo y el azabache rió de buena gana.
—Eres, realmente, la primera sorpresa agradable que he encontrado aquí.
—Mucho me alegra, Majestad.
Los dos jóvenes dejaron atrás la carretera y se adentraron en un pequeño sendero bordeado por árboles y arbustos, desde donde se dominaban excelentes paisajes.
—¿Y cuántos días vas a quedarte?
—Solamente unos dos o tres.
—¡Qué pena!
—¿Por qué? —preguntó el chico más joven. El mayor se paró un instante para responder:
—Es una lástima, porque me gustaría volver a verte y durante los próximos dos o tres días voy a estar muy ocupado.
Lolito suspiró como diciendo "¿qué le vamos a hacer?". Entonces Samuel retomó la charla:
—Y dime, ¿te gustaría venir conmigo esta tarde al Pirschgang?
—Con mucho gusto, Majestad. yo siempre acompaño a mi padre a cazar.
Sin que los policías los perdieran de vista, los dos jóvenes siguieron caminando por aquellos magníficos alrededores, ora charlando, ora dándose sinceros cumplidos. Sin darse cuenta, ambos se empezaron a sentir atraídos mutuamente, y quizás por eso el paisaje les iba pareciendo cada vez más bonito.
—¿Entonces no faltarás a mi invitación? —preguntó y Lolito movió la cabeza—. De acuerdo, a las cinco en punto nos encontraremos en el puente del ciervo.
—Sí, Majestad.
—¿Encontrarás el camino?
—Seguro que lo encontraré, Majestad.
—Espero que no te pierdas en el bosque.
—¡Yo, en el bosque! Imposible, aunque el bosque me sea desconocido.
Lolito iba a despedirse definitivamente, pero viendo como el par de policías estaba por ponerse en marcha tras él, se acercó nuevamente al emperador y le susurró:
—Tengo que pedirle un favor, Majestad, ¿podría entretener a los policías para que no me persigan?
—Lo haré —asintió Samuel—, y recuerda, a las cinco en el puente del ciervo.
Y así, mientras Lolito se iba, Vegetta mantuvo ocupados a Fargan y a Willy haciéndoles preguntas sin sentido.
—Y díganme, ¿qué querían saber de aquel joven?
—Su nombre y señas.
Dándose cuenta de que aquel chico lindo seguía siendo un desconocido para él, les ordenó ir tras el doncel de cabellos naranjas. Entonces los policías salieron corriendo tras la pista del muchacho, quien ya estaba bastante lejos de ellos.
ESTÁS LEYENDO
𝒒𝒖𝒆𝒆𝒏 𝒐𝒇 𝒎𝒊𝒏𝒆
Фанфик𝒒𝒖𝒆𝒆𝒏 𝒐𝒇 𝒎𝒊𝒏𝒆 ✪ vegelito lolito nunca tuvo aspiraciones a la realeza, ese era trabajo de su hermano mayor, rubén. hasta que con su familia tienen que viajar al reino de karmaland para que rubén se case con el emperador s...