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Nacida tras la llegada del viejo amanecer, solo contempló fugazmente con una inocente alegría el amor de sus padres en la calidez de sus miradas y el resguardo de sus brazos.

Todo en este mundo está en un constante cambio y la permanencia de unos seres tan poco relevantes como aquellos pertenecientes a la estirpe del hombre no son una excepción, pues dentro de los planes de aquellos que son conocidos entre los suyos como seres externos menores, sus frágiles hilos son solo herramientas de diversión.

¿Cuánto más trágico puede ser la vida de un infante nacido en este retorcido y desesperanzador mundo? ¿Qué se puede esperar de la misericordia de los seres externos al observar a un ser tan frágil y aburrido dejado a su suerte sin la posibilidad de siquiera realizar un movimiento destinado a alterar el equilibrio que el orden establecido sin su consideración contempla?

Entre sangre, putrefacción, desolación, ruina y llantos se arrastra con la esperanza de siquiera poder ver su rostro y calmar su llanto hasta su último aliento, siendo que el más grande instinto que posee contradice al de su especie por dejar en segundo plano su supervivencia y priorizar el relevo del antiquísimo legado de su estirpe.

Tal vez sea obra de un ser externo menor que cree en su infinita arrogancia no estar bajo vigilancia al dar cada acción descuidada en las supuestas sombras del tiempo, este acto de rebeldía quizás al creer que ha alterado el orden ya establecido para dar una oportunidad de cambio en las manos de un humano cualquiera, permitiéndole seguir con una parte del calor que le recibió en el mundo.

Un viejo sueño (En proceso...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora