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La tarde avanzaba y la fría brisa daba paso a las oscuras nubes que anunciaban gloriosas el cambio de temporada, había llegado la lluvia.

Apenas habían conseguido llegar a una casa que tuviera un techo moderadamente intacto y sus paredes no estuviesen a medio caer por la fuerza del frío viento.

El sonido de la lluvia contra el suelo y todo lo que la detuviese enmudecía cualquier sonido que hubiese salido de esa casa en cualquier otra temporada del año y las noches que les acompañasen.

—Sí, necesitas proteína y sobre todo hierro —dijo el hombre y ella encontró algo curiosa esa afirmación.

—P-pero no te vi cazar animales y ahora están en sus guaridas.

—¿Sabes usar esto?

—¿U-una cocina de juguete?

—Es una cocina de Trekking. Alguna vez, en algún lugar prohibieron esto, sobre todo para los que salieran de la seguridad de los muros en busca de suministros.

Ante la curiosidad y el silencio de la pequeña, decidió continuar.

—Encontrar reservas de gas para este artefacto es complicado y más aún cuando tomas en cuenta el tiempo y el peso. Así esto se vuelve poco práctico y es mejor que los exploradores salgan con reservas de carne y frutos secos.

—S-sabe mucho, ¿u-usted fue un explorador?

—Alguna vez, en algún lugar lo fui. Un pasado con recuerdos amargos.

Toda esta conversación había fluido mientras él le mostraba cómo se encendía la vieja cocina de camping.

—Hoy comeremos estofado, o eso es lo que intentaré cocinar, porque no tengo ajo y alverjas —dijo mientras colocaba la estufa y un poco de una pasta blanca que tenía dentro de un pequeño frasco —es manteca, sirve como el aceite de cocina y le da un mejor sabor a la comida —afirmó mientras agregaba trozos de tómate que si hubieran esperado un días más estarían empezando a pudrirse.

La pequeña trataba de acercarse con cuidado al calor de la cocina para calentar sus manos mientras miraba con curiosidad el artefacto y su contenido..

—C-conozco la manteca de cerdo, l-las devotas preparan pan y cocinan con eso.

—Las devotas parecen personas muy hábiles e importantes —dijo mientras agregaba trozos de carne sobre la manteca líquida.

—¿E-eso es charqui?

—Sí, es charqui de llama. Lo conseguí hace unas semanas al sureste, cerca a las montañas.

—S-solo he probado charqui de vaca y el olor no me gusta.

—Créeme, el de llama es más sabroso y en el estofado el olor será lo último en lo que pienses —afirmó mientras agregaba agua y tapaba la cacerola.

Había polvo en el suelo, pero era algo que no podían solucionar ahora mismo y después de agregar una pizca de sal al guiso, sacó su bolsa de dormir.

—Hoy usarás esto, no hay un colchón viejo en buen estado y hará frío cuando caiga la noche.

—G-gracias, pero ¿usted en dónde dormirá?

—Tengo mis maneras y además, aguanto muy bien el frío. Ya debo agregar la zanahoria.

La noche llegaba con un ligero cambio en la iluminación que hizo sentir imperceptible su llegada.

—E-estaba rico, m-muchas gracias por la comida.

—He cocinado mejores platillos antes. Ve a prepararte para dormir, yo me encargo de recoger esto y limpiar la cacerola.

Los minutos pasaron rápido y al oscurecerse por completo el cielo la lluvia seguía inalterable. Solo una pequeña niña se había dispuesto a dormir mientras su compañero reflexionaba sobre el pasado y su planeado viaje al Este.

—Ella no debe verse involucrada.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2023 ⏰

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Un viejo sueño (En proceso...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora