Inexorable || George Weasley Fanfic.

✧ Capítulo 1 ✧

Una insufrible

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George:

Al bajar las escaleras para desayunar, noté que Sirius se encontraba más feliz de lo normal, incluso tarareaba una canción Muggle mientras ayudaba a su esposa y a mi madre a poner la mesa.

Fred arqueó una ceja en mi dirección, pero decidimos no mencionar nada hasta que una cotilla mayor lo hiciera.

Y por cotilla mayor me refería a Granger.

Quien analizaba a Sirius de pies a cabeza, desde cómo giró a su esposa antes de tomar asiento, hasta que Bill y Charlie llegaron, y comenzaron una animada plática sobre no se qué cosa del trabajo de Charlie que Sirius escuchaba atento.

¡Ja! Sirius atento, que buen chiste.

Fred me golpeó el costado por debajo de la mesa, y yo tuve que patearle el pie para que se controlara un poco más.

Sabíamos que Granger no era precisamente alguien prudente cuando de entender una situación se trataba, solo hacía falta esperar un poquitito más para verla cantar como pájaro.

Lo raro aquí era que, según teníamos entendido, Sirius detestaba su casa. Al parecer el motivo era todo lo que había vivido aquí en su adolescencia, y con escuchar cada tanto los gritos de su madre desde un endemoniado cuadro que habíamos decidido cubrir con una sábana, sospechamos que si tenía razones de sobra para detestar cada rincón del lugar.

Era de cuatro pisos, el primero, en donde el salón, el comedor, la cocina, y un cuarto de servicio se encontraba, el segundo, en donde estaban las habitaciones que ocupábamos nosotros —incluidos mis padres— el tercer piso, en donde Sirius y su esposa dormían, y el cuarto, que al parecer era un sótano.

Pero Sirius nos había prohibido ir a indagar, esto por los presuntos trucos de magia negra que su madre había dejado antes de morir en los rincones más secretos e inesperados.

Llevábamos dos días allí y Fred casi se infarta cuando debajo de la cama, salió una ráfaga de humo negro.

El juraba que no, pero estaba seguro mojó los pantalones.

Justo cuando las risas de mis hermanos mayores y padres provocadas por Marely llegaron a mis odios, Hermione carraspeó la garganta y las melodiosas carcajadas hartantes de Charlie y Bill cesaron.

Fred y yo chocamos los puños por debajo de la mesa, prestando toda nuestra atención.

—No quiero verme entrometida —dijo sonriendo de lado—, pero ¿Puedo preguntar a qué se debe tanta felicidad?

—Por supuesto que puedes querida —le respondió Marely lanzándole un guiño.

—Debemos darles una noticia —Sirius se puso de pie, justo en el momento en que Remus entraba al salón y todos lo volteábamos a mirar.

—¿Qué? ¿Qué hice?

—Estaba a punto de dar el anuncio.

—¡A si si! Prosigue.

—Como decía, agradezco mucho que todos estén comportándose como deben, aunque no me agrade tanto la calma, honestamente —Su esposa le metió un codazo al darse cuenta que de ser posible, mi madre lo hubiese ahogado en su plato de avena—, hoy llega una persona especial para nosotros.