Diferentes universos e historias con nuestro guapo, y pervertido peliplata.
Todas las historias las cuenta Kakashi desde su perspectiva, salvo algunas partes que vienen especificadas
Es mi segundo libro.Gracias por leerlo <3
Partes publicadas: 33/?
-Al fin terminamos- dijo Kakashi mientras se ajustaba su corbata azul en un espejo
-Si, fue complicada esta misión- dijo Itachi mientras tomaba un cigarro y lo encendía. Inaló humo, y lo exaló. Guardó su pistola en su portarmas.
-Chicos, el jefe dice que volvamos ya. Tiene algo que decirnos- dijo Shisui mientras subía las escaleras- Deja de fumar, es malo para la salud
-Deja de controlarme. Te volverás viejo- dijo Itachi. Shisui le quitó el cigarro de la boca, le dió una calada y lo tiró al suelo y pisó para que se apagará.
-Listo. Pues entonces vamos- dijo Kakashi cuando finalmente ajustó su corbata
-Limpiate un poco. No pareces un profesional que cobra millones- dijo Shisui mientras le lanzaba su pañuelo al Hatake.
Kakashi lo tomó y comenzó a limpiarse la sangre del rostro y de la mano. No era suya, sino de quien acababan de matar. Habían tenido que ocuparse antes de sus amiguitos y eso le dejó lleno de sangre. Todos salieron del edificio tranquilamente, y a plena luz del día. Itachi tomó el Ferrari y condujo hasta su sede. Fué una media hora de camino, en la que el equipo se dedicó a hablar sobre política, dinero, y cosas que iban a hacer dentro de poco.
Los chicos se adentraron en un edificio algo viejo y destartalado, pero que en realidad, por dentro, era moderno y lujoso. Era la sede de los sicarios más conocidos de todo Japón, la banda del Sapo Blanco. Al entrar, su jefe, andaba mirando por la ventana, con una copa de ron en su mano.
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(Jiraiya modo sicario)
-Al fin llegan- dijo Jiraiya
-Si, lo sentimos, nos perdimos por el sendero de la vida- dijo Kakashi
-Ahórrate tus escusas baratas Hatake- dijo Jiriaya
-Para que nos llamaste, ¿es urgente?- dijo Shisui
-Más o menos. Quiero presentarles a alguien. Trabajará con nosotros a partir de ahora- dijo Jiriaya. La puerta de su despacho se abrió. Entraron dos personas. Una de ellas era conocida, la esposa del jefe. Una gran médica que les ayudaba siempre, y que torturaba con conocimiento, Tsunade Senju.
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