XX

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(Lidia)

Cuando llegué al colegio, la Nacha estaba sentá con el Alonso, así que me fui a sentar a una de las últimas mesas sola a la espera de mi amorsh.

El Fede llegó cinco minutos después de que tocaron el timbre. Cuando entró a la sala no me encontraba, así que los sapos de mis compañeros le avisaron que yo estaba atrás. Todos estos culiaos saben que estamos juntos hueón.

─Hola, hermosa dama. ¿Me puedo sentar con usted?

Me reí

Era tan hueón mi futuro pololo... por eso lo quería tanto.

─Tome asiento, caballero ─le respondí.

Se sentó y me quedó mirando.

─¿Qué? ─le pregunté.

─Sabí que tengo los labios helados. Hace caleta de frío afuera.

─Sí, está súper helado.

Sabía que él quería que le diera un beso, y yo tampoco me aguantaba las ganas de dárselo, pero quería jugar un poco.

─Por eso el contacto humano es súper importante. Hay que estar bien abrazados con las personas que queremos ─siguió diciendo.

─Sí po, obvio.

─Hay que mover los músculos de los labios para no congelárselos.

─Lo mejor para eso es comerse... unos ricos chicles ─dije con doble sentido.

─Comerse... los chicles del compañero de al lado es lo mío.

─Lo mío también. Pero tú no tení chicle, ¿cierto?

─A ver... ─metió la mano en su bosillo─, sí, tengo uno, pero tú cachai que ser caballero no es lo mío, así que me lo voy a comer yo ─se lo echó a la boca─. Me gustaría compartirlo contigo, pero ya me lo comí.

─Voy a tener que quedarme con las ganas.

─Sí po. O si querí podí... no sé, tú sabí ─me guiñó un ojo.

─¡Ya, alumnos! ¡Silencio! ─habló el profe de música─. Voy a anotar una canción en la pizarra. Supongo que todos trajeron sus instrumentos, ¿o no?

─Yo siempre ando con mi instrumento ─comentó el Fede y me guiñó un ojo.

Conchetumare, me excité.

─¿Quién no trajo instrumento musical? ─preguntó el profe.

El Fede levantó la mano.

─Pensé que siempre traíai tu instrumento ─me burlé.

─Obvio, no me lo puedo cortar. Lo que no traje es instrumento musical, tú cachai, la flauta, guitarra, metalófono.

─Sí po, sí cacho.

─Vengan a buscar flautas acá adelante ─dijo el profe.

─Al toque vuelvo, no me extrañí ─me guiñó un ojo.

Estaba empezando a pensar que el Fede tenía un serio tic en el ojo.

En lugar de hacer la fila, lo vi haciendo vida social, hasta que era su turno y el muy gil no se había dado ni cuenta.

─Ya po, Federico─lo retó el profe─, avíspate, andai como en las nubes.

─El amor lo tiene así, profe ─gritó el Joaco.

Todo el curso empezó a molestarlo.

─¿Estai enamorao', Fede? ─le preguntó el profe.

─Hasta las patas, profe. Esa mujer ─me apunto─, me robó el corazón.

Fui una ahueoná | EDUA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora