XXIX

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Con el Fede no estábamos muy bien como pareja desde que el Alonso le contó que fui a su casa. Peleábamos siempre por culpa de los celos, y las amenazas, que seguían de vez en cuando. Pero unas cuantas hueás fueron la gota que rebasó el vaso.

El viernes tenía que ir al médico a la cresta del mundo, porque últimamente me estaban dando unas puntadas horribles en la guata, y mi pololo se ofreció a acompañarme. Nos íbamos a juntar en el metro a las tres de la tarde. La volá es que lo esperé caleta de rato y al final me dejó plantá y perdí la hora. Después se disculpó con la excusa de que tuvo que acompañar a su hermana a no sé dónde. Igual me dio rabia po, si se supone que es mi pololo y se preocupa por mí, y mi salud es más importante que lo que haya tenido que hacer la hermana.

Ese mismo día en la noche, me avisó que iba a ir a un carrete y también me dio rabia. Un largo rato después, yo estaba tranquilamente en Instagram, cuando vi que el culiao subió una selfie con las maracas de sus ex compañeras. Yo le di permiso para carretear con la condición de que se portara bien, y no lo estaba haciendo. Lo que me dio más rabia fue que en la descripción escribió "con las más lindas" y puso un emoji tirando un beso.

Tiré el celu al suelo. Tenía un poquito de celos. Un poquito mucho sí. Agarré el celular de nuevo y le comenté la foto con un "bacán que lo estí pasando bien". Estuve unos dos minutos esperando la notificación de su respuesta, pero nunca llegó. Volví a su perfil de Insta y la foto ya no estaba.

─La borró este culiao ─hablé para mí misma.

─¡Hija! ¿Me hablaste? ─me preguntó mi mamá desde la otra pieza.

─No, mamá, ¿qué onda?

Segundos después me estaba sonando el celular con una llamada del Fede, y cerré la puerta para que no me escucharan.

─¿Aló? ─pregunté pesá.

─Yo no publiqué esa foto... fue una amiga. Me quitaron el celular y publicaron eso... ─con cuea escuchaba porque la música estaba entero fuerte.

─Después hablamos ─le corté.

Los hombres nunca hacen nada. A ellos les hacen las cosas. Já.

El Fede volvió a llamarme.

Puta que huebea.

─¿Aló? ─contesté de mala gana.

─¿Estai enojada?

─No.

─Sí, estai enojada.

─No. Anda a disfrutar el carrete. Mañana hablamos ─corté.

Y volvió a llamarme el hueón insistente. Le corté y apagué el celular.

Abrí mi notebook, por suerte no lo había apagado en la tarde, le conecté los audífonos y me metí a Youtube a escuchar música a todo chancho, pero con audífonos pa' no molestar a los vecinos.

De repente entró mi mamá a mi pieza y di el medio salto. Pausé la música y me saqué los audífonos.

─¡Me asustaste, mamá!

─Te llaman ─me pasó su celular.

─¿Aló?

─Lidia, no te enojí ─era el Fede.

Puta el hueón cargante, hueón.

─No estoy enojá. Mañana ven a mi casa cuando se te pase la caña. Chao ─le corté.

Apagué el celular de mi mamá.

─¡Oye! Iba a revisar mi Face ─me retó ella.

─No lo prendai, porfa, que el Fede va a seguir llamando.

Fui una ahueoná | EDUA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora