III

10.4K 462 193
                                    

─Hueona ─dije sin aire─, ¡el Fede repitió!

─¿Me estai hueando?

─¿No veí mi cara de pánico?

─¡Conchetumare! ─se agarró la cabeza─. Vámonos. Sigue abierta la puerta principal. Ni un hueón viene el primer día de clases. Nos vamos pa mi casa, no hay nadie. Tu mamá no va a cachar que hiciste la cimarra.

─Ya, conchetumare. ¡Corre! ─la agarré del brazo y salimos corriendo a la chucha. Bueno, no a la chucha, solo a la puerta principal.

─¿Y ustedes a dónde van? ─nos preguntó el portero.

A la chucha po.

─Eh... ─balbuceé.

─Vamos a comprar ─dijo la Nacha.

─El kiosco está adentro ─le respondió el viejo culiao.

─Bueno, pero nosotras queremos ir al negocio de la esquina.

En ese instante sonó la campana. ¡Mierda!

─Lo siento, pero no pueden salir. A sus salas.

Mi mejor amiga lo miró feo y me agarró el brazo pa entrar.

─Estoy nerviosa por vo ─me dijo con preocupación en su voz.

─¡No quiero entrar! ─la abracé.

─Ya, tranquilita. Si querí... podemos cambiarnos al otro tercero. Yo me cambio con vo.

Sonreí.

─Qué penca cambiarse en tercero. Además las hueonas del otro curso me caen mal.

─Nos cambiamos de colegio entonces.

─No, hueón. Tengo que enfrentarlo ─suspiré─. ¡Por la chucha! Apuesto que quedamos sin mesas.

─Vamos a buscar a otra sala po, tan simple como eso. ¿Querí pasar al baño?

─Me quiero suicidar.

─Ya. Vamos al baño y nos tiramos por la cadena del wáter.

─Pero después vamos a perdernos en el mar como Nemo.

─¡Bacán po!

Hice un quejido.

─Ya hueón, entremos no más, si es tu curso, no de él ─me dijo.

─No es solo por eso. También está el Alonso con la Maca.

─¡Que se vayan a la punta del cerro! Tú ahora erí otra Lidia. Una Lidia 2.0.

Esa frase me dio fuerza.

─Ya, conchetumare. Vamos. Ahora soy chora. Estoy sola, pero soy chora, como dijo la Cristina de Soltera Otra Vez.

─¡Así se habla!

Caminamos súper lento pa la sala. ¡Íbamos a quedar sin mesas, por la chucha!
Cuando estuvimos afuera de la sala me di cuenta de que estaba temblando. ¡Qué perso!

─¿Por qué me pasan toas las hueás malas a mí? ─le pregunté a mi amiga.

─Agradece que tení salud.

─En todo caso.

La Nacha puso una mano en el mango de la puerta y me miró. Segundos después estuvimos adentro de la sala.

No mirí al curso, Lidia. No mirí. No mirí.

─Hola ─saludó el profe nuevo.

Tenía care simpático el caballero.

Fui una ahueoná | EDUA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora