─Hueona ─dije sin aire─, ¡el Fede repitió!
─¿Me estai hueando?
─¿No veí mi cara de pánico?
─¡Conchetumare! ─se agarró la cabeza─. Vámonos. Sigue abierta la puerta principal. Ni un hueón viene el primer día de clases. Nos vamos pa mi casa, no hay nadie. Tu mamá no va a cachar que hiciste la cimarra.
─Ya, conchetumare. ¡Corre! ─la agarré del brazo y salimos corriendo a la chucha. Bueno, no a la chucha, solo a la puerta principal.
─¿Y ustedes a dónde van? ─nos preguntó el portero.
A la chucha po.
─Eh... ─balbuceé.
─Vamos a comprar ─dijo la Nacha.
─El kiosco está adentro ─le respondió el viejo culiao.
─Bueno, pero nosotras queremos ir al negocio de la esquina.
En ese instante sonó la campana. ¡Mierda!
─Lo siento, pero no pueden salir. A sus salas.
Mi mejor amiga lo miró feo y me agarró el brazo pa entrar.
─Estoy nerviosa por vo ─me dijo con preocupación en su voz.
─¡No quiero entrar! ─la abracé.
─Ya, tranquilita. Si querí... podemos cambiarnos al otro tercero. Yo me cambio con vo.
Sonreí.
─Qué penca cambiarse en tercero. Además las hueonas del otro curso me caen mal.
─Nos cambiamos de colegio entonces.
─No, hueón. Tengo que enfrentarlo ─suspiré─. ¡Por la chucha! Apuesto que quedamos sin mesas.
─Vamos a buscar a otra sala po, tan simple como eso. ¿Querí pasar al baño?
─Me quiero suicidar.
─Ya. Vamos al baño y nos tiramos por la cadena del wáter.
─Pero después vamos a perdernos en el mar como Nemo.
─¡Bacán po!
Hice un quejido.
─Ya hueón, entremos no más, si es tu curso, no de él ─me dijo.
─No es solo por eso. También está el Alonso con la Maca.
─¡Que se vayan a la punta del cerro! Tú ahora erí otra Lidia. Una Lidia 2.0.
Esa frase me dio fuerza.
─Ya, conchetumare. Vamos. Ahora soy chora. Estoy sola, pero soy chora, como dijo la Cristina de Soltera Otra Vez.
─¡Así se habla!
Caminamos súper lento pa la sala. ¡Íbamos a quedar sin mesas, por la chucha!
Cuando estuvimos afuera de la sala me di cuenta de que estaba temblando. ¡Qué perso!─¿Por qué me pasan toas las hueás malas a mí? ─le pregunté a mi amiga.
─Agradece que tení salud.
─En todo caso.
La Nacha puso una mano en el mango de la puerta y me miró. Segundos después estuvimos adentro de la sala.
No mirí al curso, Lidia. No mirí. No mirí.
─Hola ─saludó el profe nuevo.
Tenía care simpático el caballero.