El domingo estudié tempranito en la mañana, pa tener todo el resto del día libre. Me levanté con las gallinas, a las ocho de la mañana, así que a las once estaba lista preparándome el desayuno.
─¿Y tú qué hací despierta a estas horas de la madrugada? ─mi mami me preguntó entrando a la cocina aún con pijama.
─Mamá, son las once.
─¿Las once? Ay, es que te juro que estaba tan cansada que seguí de largo.
─No trabají tanto po mamá.
─Tengo que trabajar para mantenerte po hija.
Me acerqué a ella y la abracé fuerte.
─Erí la mejor mamá del mundo ─la llené de besos.
Después del momento madre e hija, como hacía tanto frío, me fui a acostar. Ya había estudiado, así que como me sobraba tiempo, puse una película: La última canción. Me la lloré toda hueón, y pa' peor, mi abuela justo entró a mi pieza y me cachó llorando. Le expliqué que estaba viendo la película y de ahí me dejó tranquila.
Decidí ir a ver a mi papá, porque la película me afectó las emociones.Después me fui a bañar y le avisé a mi mamá que iba a salir. Sí, le avisé, no le pregunté.
─¿Y a quién le pediste permiso? Tú no te mandai sola ─me retó.
─Si voy donde mi papá oh. Lo extraño.
─¿Te vai a quedar allá?
─Sí, pero cuando vengamos a tomar once me llevo mis cosas.
─¿Y vai a almorzar allá?
─Sí, mi papá me debe una pizza. ¿Alguna otra preguntita?
─¿Le avisaste que vai para allá?
─No, es una sorpresa.
─Ya, cuídate.
Me despedí de ella y de mi abuela y partí pa' la casa de mi papá. Me fui por otro lado pa' no encontrarme con el Alonso, y me perdí. Es que fui tan hueona que tomé otra micro que pensé que me servía, y resulta que me dejó a la chucha del mundo.
Estuve caleta de rato preguntando qué micro me servía, hasta que al final le hice caso a una viejuja y gracias al pulento, llegué a la casa de mi papi. Tuve que caminar caleta sí, pero me sentía bacán por haber encontrado el camino por mi cuenta. Bueno, preguntando llegué, pero estaba sola así que eso es lo que cuenta.Igual era tarde, me atrasé caleta, eso me pasa por hueona. Ya eran las cuatro y tanto de la tarde, era obvio que mi papá ya había almorzado. Igual su deber era alimentarme, así que no me preocupé mucho.
Había un auto rojo estacionado afuera de la casa de mi padre. Debe haber un compañero de trabajo. Pensé en irme, pero después me dije ah, qué hueá, si esta también es mi casa, y además soy la hija, entro igual no más, ¿qué tanta hueá?
Saqué mis llaves y entré po. Me llevé la media sorpresa sí. Había una mina regia estupenda sentada en el sillón, con una copa de vino. ¡Una copa de vino po! ¿No podía tomar la hueá de la caja? Pituca la hueona.─¿Y tú eres...? ─me preguntó entera patúa.
─La pregunta es quién erí tú ─me alteré un poco y me crucé de brazos, así bien chora.
─¿Lidia? ─mi papá preguntó confundido, saliendo de la cocina con una botella de vino de su colección.
Aposté que era pa' compartirla con esa mina y me dio rabia, porque la otra vez le pedí una botella pa' llevar a la junta del curso, y el muy cagao no me dejó porque, según él, esos vinos eran para una "ocasión especial".
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Fui una ahueoná | EDUA #2
Roman pour AdolescentsSegunda parte de "Enamorá de un ahueonao".