Final

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Justo antes de almorzar, cuando estábamos poniendo la mesa, llegó mi papá. Yo juraba que era el Fede. Estaba un poco, ya bueno, muy nerviosa, y no sabía por qué.

─¡Qué rico! ¡Me encantan las humitas! ─comentó mi papi.

─Sí sé, por eso hicimos ─le respondió mi mami.

Con la Nacha nos dedicamos una mirada de 1313.

Conversamos puras hueás al azar, hasta que mi papá tocó un tema interesante.

─¿Cuándo es la gira de estudio? ─preguntó.

─No sé, la Lidia no me ha dicho nada ─le respondió mi mamá─. ¿Y a ti, mami?

─Tampoco ─respondió mi aweli.

─Porque no tengo idea ─me defendí─. La Nacha es de la directiva.

─Es a fin de mes. La última semana de noviembre ─respondió mi mejora.

─¿Y a dónde van a ir al final?

─A las Torres del Paine.

─¡Mish! ─dijo mi aweli.

─¿Y van a ir apoderados?

─Creo que van como dos...

─¿Quién de los tres va a acompañar a la Lidia? ─le preguntó mi padre a mi abueli y a mi mamá.

─¿Qué? ─me metí─. ¡Quiero ir sola po!

─¿Estai loca? Pasan muchas cosas en las giras de estudio.

─¿Como qué cosas?

─Violaciones, niños perdidos, y más cosas po.

─No se preocupe, tío ─la Nacha calmó a mi papi─, donde vamos es todo seguro. Además yo cuido a la Lidia. Va a estar bien lejitos del Fede en las noches.

─Ay, Nacha ─me reí.

─Esa es una buena amiga ─mi mamá aplaudió riéndose.

─La Nachita es igual a mí cuando era niña ─comentó mi abuela con una sonrisa.

─Eso fue en la época de los dinosaurios más o menos ─se burló mi papá.

Todos nos empezamos a reír, mientras mi abuela decía que ahora estaba en sus años dorados.

─Hay una cosa que quiero contar ─informó mi mamá súper seria.

─¡No me digai que estai enferma porque me muero! ─le dije.

─No, gracias a Dios no es nada malo. Al contrario... Lo que pasa es que... Después de tanto tiempo... Con tu papá...

─Estamos pololeando ─la hizo corta mi papá.

─Andando ─lo corrigió la mujer que me dio a luz.

Di un grito de alegría y los abracé a ambos. Fue un momento que esperé toda mi vida. Mi mamá por fin había seguido los consejos que le di unos meses atrás cuando mi papá salió con el pastel de que estaba pololeando con esa vieja que en paz descanse.
¡No podía estar más feliz!

En ese instante tocaron el timbre y mi papá salió a abrir. Después me acordé de que probablemente era el Fede y me cacheteé mentalmente. Salí rápidamente y vi cómo el Fede se ponía incómodo con la presencia y el interrogatorio que mi papá le estaba haciendo. Al parecer lo estaba retando por hacerme perder la hora al médico.

─Eh... papá, anda a ver a tu polola ─le dije.

Le hizo un gesto de "te vigilo" al Fede y entró.

─Hola ─le dije mientras le abría la reja.

Fui una ahueoná | EDUA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora