29. hubiera deseado.

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Seguramente quackity tenía algún tipo de horario mental donde marcaba cada día, cada hora que recorría y dolía como el diablo lo subrayaba con algún marcador amarillo, otros rojos, a veces azules.

Ese día, a esa tarde, a esa hora prácticamente era una alerta roja, y sería una marca en el corazón del omega más que cualquier otro golpe en sus muslos. La comisaría era cualquiera, allí trabajaba fargan.

Quackity sentía todo su cuerpo bombear en sangre como a la vez no, se sentía anémico, sus piernas dolían y ardían, sus rodillas tensaban -¿Nombre y apellido?

Decía la policía pero aún así sentía que sus oídos no podían alcanzar a escuchar -Quackity wembley- repitió fargan sosteniendo el hombro de quackity.

-¿razón de denuncia?- su saliva caía de su barbilla, sus párpados rebotaban antes de que fargan abriera la boca -Abuso sexual y físico.

Sentía su mundo caer bajo, quería retractarse -Yo nunca dije que él me abusaba, yo...- fargan sintió como quackity se alejaba con movimientos bruscos.

La puerta de la comisaría abrió cuando rubius apareció con pasos indomables, su mirada cayó entre el cuerpo de quackity quien actuaba como un gato mañoso -¿¡qué mierda hacen!?- el menor sintió un golpazo estombloroso.

-Señor, sé que esta alterado pero voy a pedirle que de un paso atrás- mencionó un comisario, sin embargo rubius no podía dejar de ver la expresión asustada de quackity, quien cubría parte de su rostro con sus brazos como si fuera a esconder su cara de algún golpe.

-¿yo que me calme? Estos hijos de puta están obligando a mi novio a venir aquí y esperan que me calme- fargan apretó su mano presionando sus dedos contra la piel de sus palmas, mantuvo detrás de su espalda al menor aterrado.

-Lo siento, señor, pero estamos procesando una denuncia, si no quiere que lo arreste por desacato- finalmente rubius se sentó en una de las sillas olvidando las miradas curiosas de la gente, de los que trabajaban y de los presentes, respiraba tan fuerte que quizás hasta los muertos sabrían de su ansiedad.

-Rubius, yo no quiero!- quiso acercarse al alfa, sin que fargan se lo permitiera poniendo sus manos en frente -Por favor, fargan.

-Sé que es traumático, quackity, pero vas a tener que cooperar- acarició sus hombros viendo el ceño fruncido del azabache quien se negaba a acercarse.

-¡No, rubius no fue!- en un descuido el cuerpo de quackity cayó sobre los brazos de rubius quien lo sujetó de la cintura con fuerza.

-¡Alejate de él!- fargan exclamó sin éxito el alfa se aferró al pequeño como si fuera un padre en busca de su hijo, buscaba contención.

-fargan, no podemos procesar la denuncia si él no quiere, se ve alterado- odiaba las cosas a medias, odiaba ese sentimiento, odiaba el miedo que le tenía a la mirada de rubius sobre él, odiaba cuando sentía el brazo del alfa sobre el del omega que chillaba.

-Intenta hablar con él en un rato más- aunque fargan sentía un mal sabor en su lengua no pudo decir ni una palabra, parecía en shock, su sistema nervioso no podía reaccionar mientras veía a rubius cargar a quackity.

-Tú...- no podía hablar, se quedó allí estúpidamente como si fuera un niño traumado captando a quackity y a rubius salir de la estación, aún sabiendo de lo que era capaz, no era justo, no era justo y aún así se quedó.

"Mierda, mierda, Alex."

(...)

El omega no podía respirar con claridad, quizás porque se sentía drogado las últimas 3 horas o porque había arruinado todo en menos de 20 minutos, el brazo de rubius rodeando su cintura o recordar cada embestida dulce que sentía dentro de sí cuando luzu le tocaba era como sentir un temblor craneal.

-Rubius- sintió su cerebro sacudir cuando el mayor lo había empujado hasta la cama rechinante de aquel, había cubierto su boca con alguna toalla impidiendo que se quejase.

-¿¡donde mierda estabas?!- sus huesos crujieron, quiso abrir la boca tosiendo -...salí a ver a alexby y a luzu.

Rubius quería explotar, presionó las mejillas de quackity con fuerza tanta que le hizo llorar -Eres una miserable puta, mierda, y encima que me tienes preocupado vas y te cojes a otro alfa.

-¡yo y él no hicimos...- una cachetada fue puesta en su mejilla derecha, no importaba cuanto llorara sentía el enojo de rubius.

-¡Y me vuelves a mentir, joder!- lo poco que podía oir eran unos pantalones desabrochandose y aquellos eran los de rubius.

-Por favor, seré bueno- susurró antes de sentir como sus piernas eran volteadas, estaba de cabeza hacía las sábanas -Eso lo sé, vas a serlo.

Metió sus dedos dentro de la boca de quackity incapacitando el habla, podía sentir sus pantalones ser rasgados con fuerza sintiendo las manos frías de rubius en su piel desnuda.

No estaba preparado para sentir su pene dentro de él de forma ruda, gritó de tal forma que se difuminó con la mano -¡Rubius!- exclamaba pero no se podía escuchar bien, la cama crujía y el alfa gruñía sin importar cuanta sangre saliera de sí.

-¡Me duele, me está doliendo!- decía una y otra vez cuando rubius gemía, su espalda dolía, se arqueaba, lloraba con tanta fuerza que si no fuera por la mano de rubius se escucharía hasta la última cuadra del maldito callejón.

-Por favor, dejame- sus uñas dolían al rasgar la tela, por mucho que se moviera parecía incapacitado con tan solo una mano -Quédate quieto, perra.

-Todo estaría tan bien si no hubieras abierto la boca, si no fueras estúpido, ¿planeas denunciarme, y por qué? ¿Porque eres una sucia zorra?- quackity negaba con la cabeza, aunque su nuca fue aplastada por la otra mano libre del rubio presionandola contra la cama.

-El bebé, el bebé- suplicaba, pero era agobiante el hecho de que sus gritos no salieran, su garganta ardía, seguía recibiendo embestidas aunque su esófago dolía como el diablo.

Hubiera deseado que luzu y rubius fueran la misma persona, no se sentiría tan mal, tan confundido, no sentiría que su vida estaba dependiendo de un péndulo, hubiera deseado que rubius fuera igual de gentil que luzu, como cuando luzu le preguntaba sí dolía, cuando le afirmaba que todo sería consentido.

ᵍʰᵒˢᵗ ᵇᵒʸ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora