JAMÁS SUBESTIMES A LOS ALIENÍGENAS ¿OK? A menos que quieras que te pase lo mismo que a Isabella Blackwood.
No te burles de sus fantásticos platillos voladores con coloridas luces; tampoco de la forma extraña que puedan llegar a presentar (verdes, violetas, reptiles gigantes, etc.) y por supuesto, no creas que la humanidad va a dejar sus diferencias de lado para unirse y derrotar a cualquier horda alienígena que se les cruce.
Demonios, eso si no pasará.
Isabella se dejó de reír hace tiempo de los moluscos verdes del espacio exterior; primero, porque no recordaba la última vez que había visto electricidad como para encender la televisión, y segundo, porque Los Otros, no eran nada como eso.
No sabía cual era su forma real, si eran híbridos o tenían forma humana, pero sus mentes eran superiores a las de cualquier ser vivo que conocía. Habían arrasado con todo en lentas, caóticas y desastrosas etapas matando a casi siete mil millones de personas. . . o más, ya había perdido la cuenta.
Iniciaron con un corte de energía a nivel mundial, no celulares, no luz, no agua corriente, no coches, no aviones. Nada. Isabella aún recordaba como su hermanita menor enloqueció al quedarse sin sus redes sociales.
Luego, siguieron los choques de placas tectonicas. Terremotos, tsunamis; no había mucho más para explicar, solo decir adiós a Tokio, Rio, Londres, California, y toda ciudad costera.
El tercer ataque, dios el maldito tercer ataque la hizo odiar a los pájaros, a la gripe y a la sangre. Por supuesto que los Otros no venían a traerles la cura para el cáncer, o a erradicar enfermedades. Más bien, optaron por esparcir un nuevo tipo de virus que te hacia sangrar por todos tus orificios en tu lecho de muerte. Desde ese momento, no podía ver sangre sin querer vomitar o desmayarse.
Para su desgracia, en ese instante Isabella se encontró corriendo desesperada con sus manos y su torso lleno de sangre.
Corriendo no, huyendo.
Sus piernas se movían en zig zag a través de los árboles del bosque. Sus manos se aferraban a su mejor amiga en esos tiempos; su glock 17 y en su hombro colgaba el G36 que pertenecía a su padre. No sabía hacia dónde ir, no había un solo lugar seguro en el mundo.
El teledirigido que la perseguía disparaba en silencio, haciendo volar trozos de tierra a centímetros de ella. Lágrimas de desesperación, ansiedad y miedo comenzaron a acumularse haciendo picar sus ojos y dificultar su visión. El miedo le estaba jugando una mala pasada.
Parpadeó varias veces para alejarlas. No estaba segura de porqué seguía corriendo. No había manera de escapar de los otros. Ella no era tan rápida.
Tampoco hallaba razones por las cuales seguir huyendo, no le quedaba nada que la anclara al mundo. Sus padres y sus amigos estaban muertos. Había perdido a su hermana. El resto de los humanos que quedaban en el planeta la apuntaban con una pistola. Isabella estaba sola.
¿Por qué debería seguir resistiendo? No tenía nada.
Y sin embargo, mientras pensaba rendirse, no detuvo su huida. Continuó corriendo hasta llegar a la entrada de la autopista y se agazapo unos segundos vitales detrás de un árbol, mientras analizaba sus posibilidades rápidamente. Debía sobreponer la lógica al miedo.
Si cruzaba, estaría totalmente expuesta. No tenía mucho con lo que camuflarse, pero justo en frente, todo derecho había un edificio en el cuál podía meterse.
Si continuaba por el bosque, perdería su orientación. Y ya estaba anocheciendo, lo que quería decir que se encontraría a los perros salvajes, osos, lobos y quién sabe que.
Prestó atención a la autopista nuevamente, podía saltar por encima de las hileras de autos o podía arrastrarse por debajo, había un espacio suficiente para que pudiese deslizarse. Con eso, se ahorraría tiempo en correr para rodearlos y/o podría estar más cubierta hasta llegar al otro lado.
Agudizó su oído, en busca de algún tipo de zumbido del teledirigido, pero no oyó nada. Lo tomó como una señal, y respiró con profundidad antes de lanzarse hacia delante.
Si terminaba viva o muerta, ya no le importaba. La adrenalina la impulsó a correr y saltar sobre un cadillac morado. A Ben Parish le hubiese encantado ese coche, pensó y luego sacudió su cabeza. No era momento para pensar en su amor trágico. Sus pies pisaron en media punta para hacer el menor ruido posible, era algo que había aprendido en sus clases de danza. Aunque no le sirvió de mucho.
Esquivó una moto que se encontraba en su camino, unos pasos más y llegó a la mitad de la ruta. Sus ojos se enfocaron en la segunda hilera de autos que se encontraba del otro lado, pero entonces, un silencioso disparo reventó un foco de luz sobre ella.
Se cubrió la cabeza con los brazos. Empezaron a llover disparos de diferentes direcciones, y volvió a correr en zig zag para esquivarlos. El silencio que reinaba el mundo se tiñó con el ruido de las balas, que entre tanta soledad, parecían explosiones.
La segunda hilera estaba a unos metros de ella, se preparó para saltar, pero entonces, un ardor le recorrió la parte izquierda de su cadera. Como si le hubiesen acercado un lanzallamas e incinerado parte de su piel. Una bala la había rozado.
Soltó un siseo, pero no le echó un vistazo por miedo a ver sangre. Se tiró al suelo y rápidamente rodó por debajo de aquella camioneta. Se quedó un momento allí, sintiendo sus oídos entumecerse, y sus ojos llenarse de lágrimas de dolor. Su cadera se sentía latente. Giró su cabeza a su izquierda, y observó el edificio.
Isabella continuó.
Volvió a rodar por el suelo, y soltó un quejido cuando se apoyó sobre su lado izquierdo. Se puso de pie, y volvió a correr en línea recta, sin mirar atrás. Había perdido el zumbido del dron alienígena o estaba demasiado en shock como para seguirle la atención.
Llegó al edificio y de una patada abrió la puerta. Tomó su arma y observó a sus costados, derecha, izquierda, arriba y abajo. Identificó las escaleras y subió por ellas hasta quien sabe donde. No era consciente de que se estaba acorralando.
No llegó muy lejos, cuando al pasar por una pequeña ventana casi al llegar a la segunda planta, una bala destrozó los vidrios, haciendo que se incrusten en su pierna.
Isabella cayó al suelo con un grito ahogado en su garganta. Se agazapo contra la pared bajo el marco de la dichosa ventana.
Observó su pierna que había comenzado a sangrar, un gran fragmento se hundió en su muslo. Pasó saliva con dificultad, pero no hizo nada para arreglarlo. Al menos, sus nuevas heridas disminuían el dolor de su cadera.
Observó su fusil, y apretó los dientes. No le quedaba mucha munición, ya había utilizado la mayoría los días anteriores. Pero entonces lo recordó, ya no tenía nada que perder. Así que Isabella se asomó por la ventana, apoyó el arma y su ojo se enfocó en la mira.
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𝐀𝐅𝐓𝐄𝐑𝐋𝐈𝐅𝐄 : Ben Parish
Fanfiction(...⚠︎☠︎︎) ?| "Isabella no creia ser la indicada para sobrevivir a una invasion alienígena" ?????????; La quinta ola. (Ben Parish × oc fem) ©️ @?-????????? 2022.