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005: Recuerdos anclados.
ISABELLA INTENTÓ IGNORAR LA EXTRAÑA NOTIFICACIÓN, pero apenas puso un pie en su hogar, las quejas de su hermanita Riley inundaron sus sentidos.
Estaba sentada frente al televisor que reproducía en bucle el video de la nave, su teléfono descansaba en su mano derecha y una mueca de disgusto estaba instalada en su rostro. Isa se acercó lentamente a ella, dejando caer su bolso en uno de los sofás, y su cuerpo a un lado de su hermanita.
—La gente se vuelve loca por esto ¿Puedes creerlo?.—se quejó la menor con incredulidad —En cualquier momento un idiota se lanzara vestido de rojo y azul desde el Empire State y los otros idiotas asegurarán que es Superman.
—Las personas temen a lo desconocido, Rye.—habló con calma la mayor de los Blackwood.—Es normal encontrar diferentes reacciones; algunos se mueren de miedo al dejarse llevar por ideas creadas por su cabeza, otros cuestionan la credibilidad de la situación, y otros continúan su vida sin darle importancia al nuevo descubrimiento.
La voz de su madre de colo por sus oídos cuando ingresó a la sala de estar.
—No podías haberlo dicho mejor.—felicitó a su hija dándole un beso en su cabeza, y miró esperando la reacción de Riley.
Ella simplemente rodó sus ojos. —Solo un estúpido podría caer en. . .— su oración fue interrumpida por la cortina de alerta del canal de las noticias. Riley estuvo a punto de apagar el televisor, pero su madre la detuvo, y subió el volumen.
«Durante las ultimas horas un video con imágenes extraídas directamente desde un satélite se filtró en las redes sociales. Revolucionando y alterando a los usuarios. La imágen del objeto no identificado continúa esparciendo especulaciones. La NASA recibió la aprobación del presidente de los Estados Unidos para entablar una comunicación con el objeto metálica, el cuál se encuentra orbitando sobre el estado de Ohio, Estados Unidos. . .»
—Oh por Dios.—la sorpresa de Isabella salió en un hilo de voz.
Riley la miró con amargura y se levantó refunfuñando de su lugar en dirección a la puerta. Las dos mayores tardaron en reaccionar sobre las acciones de la chica, hasta que Isa fue capaz de salir de su sorpresa y seguir a su hermana hacia fuera.
—Imposible que un pedazo de chatarra este flotando sobre. . .—las palabras entredientes que soltaba, se perdieron en el viento al segundo que levantó su vista al cielo, y entonces lo vieron.
Sobre ellos flotaba la nave nodriza: un enorme casco que emitía una luz verde grisáceo, tenía el tamaño de Manhattan y daba vueltas en círculo sobre la Tierra, a unos 400 kilómetros de distancia. Se acomodó en ese punto para observarlos los primeros diez días.
—¿Sigues creyendo que es una broma de mal gusto, Rye?
—¿Tú continuaras tu vida como si nada?.—contraataco mordaz.
