MONSTER

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- Creo que eso es lo último.

Emma se pone las manos en las caderas y examina la sala de estar, repleta de cajas y muebles que necesitarán ser movidos más tarde, ajustados y reajustados hasta que se sientan bien. Hay una capa de sudor en su frente y se limpia, su camiseta pegada a ella como una segunda piel.

Cedric le sonríe.

- Ahora comienza la verdadera diversión, ¿eh? – él bromea.

- Sí, divertido para mí – ella le entrecierra los ojos – Solo uno de nosotros se quedará para desempacar toda esta basura.

- Bueno, uno de nosotros no puede trabajar desde casa – le recuerda.

Hay un pequeño borde en su voz que la hace enfurecer, pero ella lo ignora, negándose a comenzar una pelea con él cuando ni siquiera han estado en la casa un día. No vale la pena, no cuando esto es un nuevo comienzo para ellos, una nueva ciudad, un nuevo hogar más grande, en un vecindario más agradable, uno con buenas escuelas.

- No será tan malo – dice Emma – Tendré a mi pequeña ayudante.

Su hija se abre paso entre las cajas, riendo a carcajadas, con su vestido azul de verano flotando detrás de ella.

- ¡Sí, mamá, te ayudaré! – Amelie promete - ¿Podemos arreglar mi habitación primero? ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor!

- Claro, cariño – Emma le sonríe.

- ¡Sí! Voy a empezar ahora mismo.

La pequeña rubia pasa corriendo junto a ellos y sube las escaleras, sus pequeños pies resonando mientras avanza, sus trenzas gemelas se agitan salvajemente. Cedric se acerca a Emma y la toma en sus brazos, las manos en su cintura, la nariz sudorosa rozando la de ella.

- Esto va a ser bueno para nosotros – promete.

- Sí – ella está de acuerdo en voz baja y lo besa suavemente, sonriendo cuando escucha a Amelie gritar cuán grande es su nueva habitación.

Todavía no podía creer que Cedric encontrara un lugar así para ellos, el hogar perfecto, por debajo de su presupuesto. Ella nunca fue religiosa, pero creía que todo sucede por una razón, y que tal vez el destino intervino para darles lo que necesitaban.

Emma toca la gema que cuelga de su cuello inconscientemente.

Un nuevo comienzo.

Algo bueno.

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La cocina se desempaca rápidamente.

No tenían mucho, ninguno de ellos era el mejor cocinero y sobrevivieron con comida para llevar la mayor parte de sus vidas. Tuvieron suerte de que Amelie no fuera quisquillosa con la comida. Sin embargo, dado que el nuevo trabajo de Emma era completamente remoto, consideró la idea de aprender a cocinar más.

Ella sonríe levemente ante la idea de que Cedric llegue a casa del trabajo y la encuentre en la cocina preparando la cena, probablemente se burlaría de ella por convertirse en ama de casa. Dobla el último de los paños de cocina y los guarda en un cajón, camina hacia la nevera para tomar una botella de agua.

Ruido sordo.

Frunce el ceño y mira hacia el techo. Hace un repaso mental de la distribución de la casa y piensa que debe haber sido de la habitación de su hija, que tal vez algo se cayó, o tal vez ella hizo que algo se cayera.

BOSS AND QUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora