Emma
Despierto con los golpes en la puerta que anuncia la llegada de dos empleadas, rápidamente me cubro con la sábana y veo como una de ellas carga una bandeja de desayuno que deposita en la cama y la otra un carro rodante repleto de artículos femeninos que empieza a acomodar en el armario. Deben notar mi confusión al ver la cantidad de cremas, perfumes, maquillaje y prendas que no se de donde salieron.
- El Boss lo dispuso para usted señora Emma.
Me sorprendo porque no entiendo al mafioso que me tiene secuestrada. En vez de torturarme porque soy su prisionera, me envía obsequios y comida como si fuera su invitada. <<Serás mi reina>> me pregunto a qué se refería con eso.
Recibo el desayuno mientras sigo observando a la persona que se presenta como Celia seguir guardando lo que trajo en el amplio armario en el que alcanzo a visualizar prendas masculinas. Mis latidos se aceleran cuando me hago una idea de a quién pertenecen.
Cuando termino de comer entro a la ducha queriendo espabilar de lo que recorre mi cuerpo cuando la imagen del ruso toma mi mente. El recuerdo de cómo me besó, tocó y se frotó contra mí eriza mi piel. El tamaño de su erección me hizo desear que cruzara el límite que me condenaría.
La crianza que me inculcaron me pesa porque debería temerle, repudiar su presencia y quererlo lo más lejos que pueda, pero heme aquí, pensando en que quiero repetir lo de ayer porque mi cuerpo lo ansía.
Rick y Luciana me educaron para ser un ejemplo que seguir. Papá siempre me consintió como la niña de sus ojos, me recalcaba lo fuerte que soy y lo orgulloso que estaba de mí. También me armó de valor para que aprendiera defensa personal y a disparar para que en una situación de riesgo pudiera valerme por mí misma sin depender de los guardias.
Mamá siempre me decía lo hermosa que soy pero que mi mayor atributo era mi inteligencia y resistencia. Para ella una mujer como yo no debía tener límites, por el contrario, entre más poder adquiriera más demostraría de lo que estaba hecha y por eso me hizo valerme del título Queen no solo en Gehena sino en la mayoría del mundo.
El golpe en la moral al pensar en mis padres me provoca acariciar mi cabeza contra la pared ya que debería estar planeando maneras de escapar, no estar fantaseando con un cuerpo desnudo contra el mío. Peor aún si no es el de mi prometido.
Quiero a Cedric, con el príncipe he compartido desde que era una niña, mi primer beso fue con él y puedo asegurar que hemos tenido buenos besos, también momentos donde la calentura de la edad nos ganaba y nos toqueteábamos por encima de la ropa sin llegar a más por nuestras costumbres que exigen la castidad hasta el matrimonio.
Por eso no entiendo que me pasa con el hombre de dos metros, desde que lo vi parece que me hubiera encendido con un interruptor porque la intensidad de lo que me avasalla no es normal. Con solo verlo mi cuerpo se calienta de sobremanera y quiero que me toque o que me bese. Sus besos son deliciosos y su destreza con los dedos y boca me hace imaginar lo bien que me follaría.
¡Dios! No puedo pensar así, debo centrarme en que es un hombre malo que probablemente quiere lastimarme mientras obtiene lo que quiere. Salgo de la ducha y me visto con un sencillo vestido mientras me mentalizo en sacar su imagen de mi mente.
Un golpe me trae de vuelta a la realidad y veo a un hombre moreno abrir la puerta y acercarse hasta donde estoy.
- Soy Salamaro, el consejero de la Bratva – se presenta y aunque denota seriedad me hace sentir cómoda.
- Soy Emma James – le respondo con una sonrisa.
Asiente y me doy cuenta de que sabe quién soy. Dirijo mi vista al cuaderno que sostiene en su mano derecha y me lo tiende.
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BOSS AND QUEEN
FanfictionTodos los personajes pertenecen a Dominio y su creadora Eva Muñoz.