Me saco el abrigo y acomodo el vestido de noche que traigo puesto, mi hermana informa de la reservación y con mi papá nos encaminamos a la mesa que espera por nosotros. Las luces tenues le dan un aire cálido al lugar, pero, de un momento a otro, siento que se eleva la temperatura cuando veo al Boss en una de las mesas con Uriel, Pavel, cuatro mujeres y dos hombres que no conozco.
Hablan entre ellos, absortos en la conversación que mantienen.
– ¿No había más restaurantes? – se queja mi papá – Hay cientos y terminamos justo donde cena la mafia rusa.
– Vinimos aquí a disfrutar, así que ignoremos y ya está – le pide mi hermana en lo que tomamos asiento.
– Bienvenidos – llega el camarero –, ¿tomarán vino?
– Sí, por favor.
– Yo no – aviso y mi papá me mira –. Tengo entrenamiento mañana.
Recibo el menú que me entregan. Hace demasiado calor, trato de elegir un plato, pero como estoy me cuesta y termino ordenando un plato cualquiera. El camarero trae el vino y mi papá empieza a hablar sobre la exhibición de caballos europeos que fue a ver hace unos días.
Los de la mesa aledaña siguen ensimismados en su conversación y nosotros en la nuestra. Paso las manos por la cola de caballo que tengo, no quiero ponerle mi atención a otra cosa que no sea mi familia.
– Señorita – vuelve el camarero –, ¿podría revisar de nuevo el menú? Es que no me ha quedado muy claro su pedido.
Mi papá sigue hablando de los caballos, abro la carta y lo primero que veo es la nota que hay adentro.
"Te ves hermosa, bebé".
La punzada que me recorre forma un vacío en el centro de mi estómago, que el máximo jefe de la Bratva me envíe este tipo de cosas no le hace bien a mi salud mental. Miro alrededor buscando a Ilenko y no lo encuentro, sus acompañantes ya están preparándose para retirarse. Una mezcla de emoción y ansiedad me llenan mientras sutilmente tomo la nota y la guardo en mi bolso.
Mi hermana me observa mientras me pregunta cuál es el problema y le sonrío tranquilizándola, simplemente respondo que pediré otro plato y vuelvo a ordenar. El calor y la tensión aumentan cuando no dejo de repasar en mi mente las jugarretas del ruso y la última ruleta que me pedía...
– Emm, ¿a qué hora termina tu entrenamiento mañana? – mi papá pregunta procediendo a servirse otra copa de vino.
– Mediodía, después recogeré a Amelie en el Palacete y la traeré a casa.
Mi padre asiente alegando que mañana será un buen día para estar con la princesa y le digo que podremos pasar la tarde juntos, Rachel se entusiasma comentando que traerá a los mellizos con ella para tener una tarde en familia. La conversación sigue siendo amena en lo que compartimos lo que hemos hecho los últimos días, pero me siento absorta en la nota que reposa en mi bolso.
Las horas pasan volando entre conversaciones que me sacan sonrisas en tanto los platos se vacían y una vez la cuarta botella de vino se termina, anuncio que la noche llegó a su fin y debo descansar. Me levanto despidiéndome y tomo mi abrigo antes de salir del restaurante.
– Vamos a mi apartamento – le ordeno al Boyeviky que esta noche me acompaña y emprendemos el camino.
Ajusto mi abrigo cuando percibo la leve llovizna que va aumentando hasta convertirse en una tormenta que empaña los vidrios y dificulta la visión de la calle. Una vez llego, repaso en mi mente el entrenamiento de mañana. Subo al ascensor planificando mi día y pensando hacer para los niños la gelatina de colores que queda en el olvido cuando salgo del ascensor y noto a la persona que está de pie esperándome.
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BOSS AND QUEEN
FanfictionTodos los personajes pertenecen a Dominio y su creadora Eva Muñoz.