El mundo esconde cosas inimaginables, nada nunca es lo que parece. Y en algún momento todos tomarán consciencia sobre eso, junto a las desiciones tomadas. Cuando pensamos que algo es seguro, todo de la nada cambia, resultando que nada está asegurado...
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- Tsk, ¿quién se cree? No voy hacerme responsable de algo que no he hecho. Imbeciles. - Hablaba para él mismo mientras ya llegaba a ese edificio fuera de la ciudad que se encontraba junto a un gran bosque, al que iba cada vez que algo lo molestaba o cualquier cosa, solo para explotar algunas cosas e irse. Pero, esa noche algo en él le enviaba algunos "warnings", pues el ambiente estaba muy cargado, pero lo ignoró y se dirigió hasta la azotea del mismo edificio.
Ya allí, respiró hondo con sus ojos cerrados, que paz. Mientras subía sus sentidos se agudizaron, al llegar por fin a la azotea y con la guardia en alto, vio una silueta parada al borde del mismo, tenía una capa con capucha negra y larga, y lo miró por encima del hombro. Aún esa figura sabiendo que él estaba allí, lo ignoró, Bakugo escuchó los sollozos de esa persona y su instinto de héroe actuó por sí solo, y antes de que esa persona se lanzara, corrió y la detuvo agarrando su antebrazo derecho. La persona volteó completamente hacia él, y esa mujer tenía la piel más pálida que el cenizo había visto, unas profundas ojeras negras, labios resecos y unos ojos morados. De un tirón él la bajó del barranco, atrayéndola a sus brazos, y ella forcejeó sin fuerzas.
- Suéltame...
- No, ¿porqué mierda ibas a hacer esa estupidez? - El cenizo no sabía cómo tener algún tipo de tacto para reconfortarla.
- Tengo que hacerlo, no tengo otra opción. - Dijo mientras de fondo, por el bosque se escuchó un estruendo, y ambos voltearon sus vistas hacia de donde provino dicho estruendo. La chica se quedó callada y de manera repentina se zafó del agarre del cenizo y volvió a subirse a la orilla con más insistencia, también sollozaba con fuerza y temblaba.
- Vienen por mi... - Cuando iba a volver a tratar lanzarse Bakugo volvió a bajarla de allí de un tirón.
- No, esa no es una solución. - Dijo, y ella sólo se le quedó mirando de momento mucho más tranquila, luego los lindo ojos morados de ella se volvieron blancos mientras tocó su frente con dos dedos y luego la frente del cenizo, quien la miró confundido, luego de eso, con exactamente los mismos dedos que utilizó para tocar sus frentes, dio pequeños toques en el aire.
- Dame tus manos. - Bakugo se negó, pero ella las agarró de manera rápida con insistencia.
- Escucha, no tengo tiempo, van a matarme y lo único de valor que tengo, te lo estoy entregando a ti. Necesitas ser una vasija fuerte para contenerlo, porque sino eso será tu vasija, te contendrá ti. Puede ser maligno para todo aquel que no posee un don débil, pero confío en que podrás con eso. - Y sus ojos se tornaron de un color dorado, mientras que las manos de ambos también destellaban ese mismo color. Bakugo sintió un horrible dolor en el pecho, que no pudo evitar soltar un alarido. Los ojos de ella volvieron a su color normal y lo miró expectante, mientras Bakugo llevaba una de sus manos a su pecho y la miró enojado.