El mundo esconde cosas inimaginables, nada nunca es lo que parece. Y en algún momento todos tomarán consciencia sobre eso, junto a las desiciones tomadas. Cuando pensamos que algo es seguro, todo de la nada cambia, resultando que nada está asegurado...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me levanté temprano, incluso antes de que sonara la alarma. Bakugo estaba a mi lado, a lo que no pude evitar sonreír, se veía hermoso. Mientras lo admiraba un mensaje llegó a mi teléfono. Lo tomé a ver quien era y era Tamaki, quien me daba los buenos días. Dudé en responderle, así que no lo hice, déjame un mal sabor. Me levanté para tomar mi toalla para entrar al baño pero en eso, Bakugo se despertó.
- Buenos días, cara de ángel. - Dijo somnoliento, mirándome . Yo volteé hacia donde él para ir de nuevo a la cama.
- Buenos días, Katsuki. - Dije para darle un beso en sus labios. Él me adentro de nuevo a la cama y me abrazó. Como me encanta esto...
- ¿Irás a tu habitación? - Le pregunté, él pensó un rato.
- Mmm, quiero quedarme aquí contigo. - Le sonreí para darle un pequeño golpecito en su brazo.
- Tienes que bañarte. - Dije levantándome para ir a bañarme.
- Bueno, tienes una baño.
- Si pero llegaremos tarde si esperas a que me bañe para luego te bañes tú. - En eso sentí como él rodeaba mi cintura con sus brazos y apoyaba su cabeza entre mi hombro y cuello.
- Entonces, nos bañaremos juntos. Problema solucionado. - Dijo restándole importancia, lo pensé un poco mientras mordía ligeramente mi labio.
- Esta bien, entre allí. - Él no perdió tiempo para meterse a la ducha y poner el agua caliente. Y yo, me sentí algo ansiosa. Antes de entrar a la ducha, donde él me esperaba miré mi rostro y cabello en mi espejo.
- Desearía tener mi cabello un poco más largo, tenerlo corto me hace ver más gorda. Lo detesto. - Con eso di media vuelta para entrar a la ducha.
- ¿Gorda? Gorda me la pones. - No pude evitar sentir mi cara calentarse por su comentario, por el cual él rió y ya estando dentro de la ducha, me jaló hacia él, quedando ambos debajo del agua.
- Eres hermosa. - Con eso me besó... él me hacía sentir deseada... me hacía sentir mujer.
- Mentiroso... - Le susurré avergonzada. Él pasó sus manos por mi cabello, llevándolo hacia atrás con el agua.
- Eres la debilidad más hermosa de mi vida, cara de ángel. - Me miraba directamente a los ojos, mientras pegaba su frente con la mía.
¿Cómo se respira luego de que te digan algo como esto?... Lo que quiero por él no tiene límites. Me levanté en puntillas para besarlo... y allí en esa ducha, mi ducha intimidamos. Ambos dábamos y recibíamos el cariño y amor del otro.
Al salir él tenía mi toalla enroscada en su cadera, estaba sentado en mi cama viendo como me vestía. Su mirada siempre fue tan pesada y penetrante que es imposible concentrarse en hacer cualquier cosa mientras él esté mirando.