CHAPTER 19

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"𝚃𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚊́ 𝚙𝚛𝚎𝚍𝚎𝚜𝚝𝚒𝚗𝚊𝚍𝚘"

"𝚃𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚊́ 𝚙𝚛𝚎𝚍𝚎𝚜𝚝𝚒𝚗𝚊𝚍𝚘"

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- Hola madre... - Mitsuki dio media vuelta y se encontró a su hijo mayor parado, llevaba un traje negro con naranja... Ochako se encontraba detrás de él con un traje igual solo que con rosa. La castaña mayor dejó los trastes de inmediato y se apresuró a abrazarlo fuerte, para llorar en su hombro.

Ella ya sabía... sabía lo que pasaría... El cenizo mayor la abrazó con fuerzas, mientras también soltaba sus lágrimas en silencio. Masaru bajaba en ese preciso momento, encontrándose con la imagen de sus dos castaños abrazados como si no volviesen a verse en la vida. Sin saber exactamente qué pasaba se acercó a ambos y los abrazó... él conocía perfectamente a sus cenizos, y sabía que algo estaba pasando. Al todos separarse y ponerlos al tanto de todo lo que pasaría a continuación. Masaru no mostraba ninguna expresión en específica.

- ¿Porqué hijo mío? - Le preguntó con tristeza el Bakugo mayor. Katsuki levantó la vista hasta encontrarse con la de su padre.

- Yo tuve que morir un par de veces para aprender a valorar la vida, y cuando hablo de morir no hablo de dejar de existir, papá. Hay situaciones que matan tu espíritu y mueres aunque estés respirando... - Masaru acarició con dulzura el rostro de su ahora único hijo vivo.

- Entiendo... quiero que sepas que te amamos demasiado y te apoyamos en todos las decisiones que tomes... - Y con eso la familia Bakugo volvió a envolverse en un abrazo.

- Los amo. - Les dijo Katsuki para despedirse.

- Cuida a mi niño, Ochako... - Le dijo la ceniza mayor a la castaña menor, quien asintió con una sonrisa.

- Lo haré, Señora. - Y con eso ambos chicos, Katsuki y Ochako, se tomaron de la mano para ambos desaparecer. Dejando a los padres de Bakugo con un amargo sabor.

Las puertas de un cuarto oscuro con un opaco destello color morado que desprendía de la mujer encadenada que flotaba dentro, se abrieron

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Las puertas de un cuarto oscuro con un opaco destello color morado que desprendía de la mujer encadenada que flotaba dentro, se abrieron. Las cadenas en sus muñecas la sostenían a una distancia bastante despegada del suelo, brillaban del mismo color morado que ella desprendía. Apenas se podía ver su rostro, mantenía sus ojos cerrados, pero al sentir la presencia de cierta persona que había ido a visitarla dio una pequeña sonrisa. El hombre de cabello negro y ojos apagados, la miró con su ceño fruncido y con desaprobación, sin mencionar la decepción de sí mismo.

𝙋𝙧𝙚𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙖𝙙𝙤 (𝙆𝙖𝙘𝙘𝙝𝙖𝙠𝙤/𝘽𝙖𝙠𝙪𝙧𝙖𝙠𝙖)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora