Capitulo veinticinco: •Revivir•

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Camila:
Me quedé abrazando a Ariana por más de los minutos permitidos, mi mano aún sostenía la pluma con la que había firmado aquellos papeles. No podía dejar de temblar y por alguna maldita razón quería correr directamente detrás de su automóvil y pedirle que lo pensará mejor, que podíamos intentarlo, unos minutos cerca de ella me habían hecho sentir la mujer más completa de todo el universo, mi cuerpo se sentía relajado, en su hábitat y yo solo me quería sentir así nuevamente.
-¿Me estás escuchando?
-No, lo siento ¿qué sucede? .- Dinah se había puesto sus gafas de sol y me había regalado una mirada traviesa lo que significaba que ya tenía algún maldito plan en mente.
-Te he dicho que debemos prepararnos, la reunión será en casa de Normani y debemos lucir radiantes.
-No sé si estoy apta para una reunión DJ, además Ariana no conocé a nadie y no se si vaya a sentirse cómoda.
-¿Por qué hablan como si yo no estuviera presente? No te preocupes por mi. Hace más de un mes que no ves a tus amigas Mila deberías permitirte convivir con ellas.
-Ves? Ella si está de acuerdo. Así que mueve ese enorme trasero y vamos a celebrar con las chicas.

Lauren:
Me había pasado todo el día encerrada en mi habitación, había pospuesto las reuniones de trabajo, las citas con los clientes y las sesiones fotográficas que debía supervisar. Por alguna razón me sentía decaída, sin ganas de hacer algo más que solo estar existiendo. Tomé mi teléfono celular y pude percatarme que eran más de las siete de la noche había invertido más de veinticuatro horas viendo una serie en el televisor en la cuál me había identificado con un personaje en específico, sabía que era el momento indicado para levantarme de mi cama y comenzar a hacer algo diferente, pero era como si una fuerza superior a la mía me estuviera golpeando contra el colchón, esto solo me ocurría cuando se presentaba el aniversario luctuoso de mi madre y era fatal saber que aún faltaban seis meses para ello. Tomé todas las fuerzas que tenía en mi cuerpo y me levanté de aquella cama, me coloqué una chamarra de cuero que tenía arrumbada en alguna parte de mi closet sobre mi ropa interior y subí el cierre hasta el tope, la mayoría de mis pantalones eran de tiro alto y de vestir por lo que fue casi imposible encontrar alguno de mezclilla en mi habitación, pero lo logré. Un pantalón negro de mezclilla roto en diversas partes de las piernas era lo que acompañaba a mi chamarra de cuero, alcancé a alizar un poco mi cabello sin importarme demasiado mi aspecto, la verdad no me importaba lucir bien solo quería salir de alguna manera de este encierro. Apagué mi teléfono celular y caminé a la tienda de motos más cercana que hubiera en Manhattan, quería sentir la libertad y la adrenalina que alguna vez Zayn me había mencionado.
Después de un par de horas había conseguido una Panigale V4 en un color negro cenizo y un casco para proteger mi cabeza en todo momento. No me había subido en una motocicleta hace más de diez años pero seguía teniendo la idea en mi cabeza que lo que bien se aprende nunca se olvida. Y así fue, al principio me costaba mantener la velocidad, los cambios y el mismo peso de aquel vehículo, pero conforme iba pasando las calles todo se sentía demasiado normal para mí. comencé a buscar un bar que no fuera tan exclusivo como los que regularmente estaba acostumbrada a deambular, necesitaba una cerveza y meterme en alguna pelea callejera si era necesario con tal de sentir algo en estos momentos.
Aparqué la Ducati en una de las calles principales de Brooklyn e ingresé al primer bar que me había marcado el GPS de la motocicleta. El lugar lucía demasiado lindo para cualquiera, los techos estaban con luz cálida, las paredes llenas de placas de autos de diferentes estados del país, las mesas eran redondas con sillas de madera y había una enorme barra al final del lugar. No estaba del todo lleno pero eso no me interesó, no buscaba una aventura solo necesitaba distraerme un poco de mi vida cotidiana. Me acerqué a la barra y pedí una cerveza de raíz, podía ver las miradas que me dirigía el bartender tratando de obtener alguna atención de mi parte pero era imposible, si yo fuera una mujer heterosexual podría jurar que ya me encontraría en algún baño con él pero en estos momentos solo me molestaba aquel percing que colgaba de su oído derecho.
-¿Te encuentras bien lindura? Llevas ya un rato aquí y no has parado de beber.-Él tenía razón, no sabía cuánto tiempo había pasado sentada en este mismo taburete pero no me interesaba, había consumido demasiado whiskey y cerveza pero aún sentía que no era suficiente. Ignoré su pregunta y solo pedí otra botella de algún licor más fuerte que el anterior.
-No dejes que mi vaso se quede vacío.- El barman se concentró en mi vaso y comenzó a colocar más líquido dentro de él. Estaba tan concentrada observando mi copa de licor que no me di cuenta en el momento exacto que ocurrió lo siguiente.
Un vaso golpeó el mío ocasionando que el licor que acababan de verter en él cayera derramado sobre la barra del lugar, regularmente no me importaría y solo pediría un nuevo trago pero por alguna razón yo necesitaba encontrar la adrenalina necesaria para sobrevivir a este día, volteé mi rostro para encontrarme con el brazo de un hombre cubierto de tatuajes que seguía manoseando a una joven chica sin importarle ciertamente lo que había hecho.
Me levanté de mi lugar y sin preguntar lo que estaba ocurriendo impacté mi puño sobre el mentón de aquel hombre calvo, la chica logró apartarse de él en el instante que su cabeza golpeó con fuerza la barra llena de licor y se colocó detrás de mí. Yo no sabía que estaba haciendo, la última vez que había golpeado a alguien había sido para defender a Camila y había prometido que no volvería a ocurrir pero por alguna razón había disfrutado golpear a aquel hombre. El tipo se levantó de prisa de su asiento y golpeó mi cara un par de veces, a mi no me dolía, es más, yo estaba disfrutando demasiado aquella sensación de dolor sobre mi cuerpo. No tardé en reaccionar y comenzar a golpearlo de vuelta, la riña se extendió por un par de minutos hasta que aquel cantinero que se había encargado de coquetearme toda la noche se dispuso a interrumpirla.
-¿Acaso están locos? Esto no es un ring de box! Larguense ambos, malditos idiotas.-Salí de aquel bar con la adrenalina al tope, era como si alguien me hubiera inyectado un poco de vida en ese momento. No esperé a la chica que había defendido en el bar, tampoco esperé que aquel tipo saliera y me golpeará nuevamente. Subí a mi motocicleta y me alejé lo más rápido de aquella escena con toda la adrenalina al tope.
Camila:
La fiesta estaba transcurriendo de una manera increíble, Dinah se había encargado de invitar a cualquier tipo de persona que alguna vez se había encargado de pasar a mi lado. Podía ver a gente de la oficina, a unas cuantas amistades de Normani, a mis amigas bailando alrededor de una escultura en forma de piña y hasta pude distinguir entre la multitud a Julia, mi antigua jefa.
-¿No te moverás nunca de ese sitio?.- La voz de Ariana había alcanzado un tono superior al de la música que se encontraba sonando en estos momentos.
-¿Disculpa?
-Si, llevas toda la fiesta parada en este mismo punto. Lo sé porque he podido detectar tu olor cada vez que alguien sirve un poco de alcohol en alguno de sus vasos. ¿Qué es lo que sucede?
-Nada.
-Tendrías que estar disfrutando esta fiesta al máximo Camila, está toda la gente que quieres y la que te quiere y si no es así no sé porque sigues perdiendo el tiempo ahí de pie.- Ariana me regaló una sonrisa con dirección a donde estaba mi rostro.- Ellas no se darán cuenta que te has marchado.
Ella tenía razón. Nadie se había percatado de mi presencia o de mi ausencia en esta fiesta, daba lo mismo si estaba aquí o donde quería estar. Me acerqué a Ariana y le coloqué un rápido beso en la mejilla, no sin antes decirle.- Gracias, si alguien pregunta dile que no me has visto.
-Literal, nunca te he visto.

La última oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora