Capitulo trece: • Confesiones •

133 10 2
                                    


Camila:
-Nunca pensé que terminaríamos viviendo en Manhattan. Tuviste que ser muy buena en tu desempeño en Londres Mila.- Dinah se encontraba tan sorprendida como yo, desde el piso que me había obsequiado Lauren se podía ver el Empire State. Las paredes estaban hechas de cristales y yo podía sentir que todo Nueva York estaba en mis manos, pero por alguna razón no me sentía tan bien como en el momento en el que había pedido todo esto.- ¿Qué pasó en Londres bebé? Desde que llegaste te noto tan dispersa que podría asegurar que estás pensando en alguien más que no eres tú.
-No pasó nada DJ, ese es el problema ¿sabes?
-No, ¿a que te refieres?
-Basto con solo verla bajar de aquel maldito avión para darme cuenta que Lauren es una mujer completamente diferente a la de la oficina.- Sabía que no podía mencionar nada del acuerdo que había firmado con Lauren, que debía asegurarle al mundo que mantenía una relación con Lauren Jauregui desde el momento en el que había bajado de aquel maldito avión pero en este momento no sabía que estaba siendo mentira o que estaba siendo realidad.
-Solo pasaste un par de noches con ella Camila y si recuerdo bien el mensaje que me enviaste hace algunas horas solo tuviste acción una vez. ¿Que tiene Lauren Jauregui además de la oportunidad de regalarte un departamento nuevo como para que estés pensando en ella un jueves en la madrugada?
No podía responder aquella pregunta que me había hecho Dinah, no sabía que tenía Lauren pero era una realidad que no podía dejar de pensar en ella, era una realidad que me gustó la manera en la que ella me miró cuando desperté del accidente de la cueva, sentí un temor enorme cuando ella solo decidió salir de aquel cuarto de hotel dejándome en brazos de alguien más que no era ella.
-Tienes reglas Camila, No involucrarse sentimentalmente con alguien del trabajo o no dormir dos veces con la misma persona para no crear lazos afectivos por ejemplo. ¿Qué ha pasado con todo eso? ¿Qué piensas hacer con los ramos de rosas que recibes cada día?
-¡No tengo idea Dinah! Nunca pensé que esto pudiera pegarme tan fuerte. No pensé que un par de días en Londres me hicieran tan vulnerable. Lo único que sé es que necesito que sea mañana para verla de nuevo.
Ingresé a uno de los tres dormitorios con los que contaba el lugar y comencé a observar el techo, estaba tan cansada pero por alguna razón no podía dormir. Quería ir a su casa y gritar que había sido una completa idiota, que Mario no había logrado nada conmigo porque no dejaba de pensar en ella, quería que sus ojos volvieran a verme aunque fuera por unos segundos y deseaba escuchar aquella risa nuevamente.
Siempre había odiado ser una mujer impulsiva pero hoy podía agradecer completamente que mi cerebro no lidereara esta operación. Me encontraba arriba del automóvil que también me había regalado Lauren y esperaba que internet no se equivocara en esta ocasión con su dirección. Me habían bastado cinco minutos para decidir qué debía buscar a Lauren, podía no recibirme pero no me interesaba, por alguna razón me encantaba la idea de verla aunque fuera para mandarme al demonio.
La dirección que había ingresado en el GPS me había mandado a uno de los hoteles más exclusivos de Upper East Side, yo no sabía si a Lauren no le encantaba la idea de tener algo propio o los servicios de hotel eran demasiado buenos para siempre terminar viviendo en uno de ellos. Me dirigí con un poco de miedo a la entrada principal del lugar, las miradas que me regalaban los huéspedes era tan despreciables que comenzaban a intimidarme, ciertamente los entendía, si yo viera a una mujer en medio de la madrugada portando unos pantalones de deporte y una enorme sudadera entrando a uno de los hoteles más exclusivos del país también le dirigiría una mirada de desprecio.

-Buena noche señorita, ¿puedo ayudarle en algo?.- El joven de la puerta fue el primer acercamiento que tuve con este lugar y me encantó que fuera tan amable, podía ver en su cara una enorme sonrisa sin importar el horario en el que se encontraba, su porte se veía reflejado en el traje Hugo Boss que portaba, pero lo más notable era el rostro tallado que tenía. ¿Acaso toda la gente en este sitio sería así de guapa? .- Mi nombre es Joe y si necesita algo estoy a sus órdenes.
-Estoy buscando a un huésped
-Por políticas de privacidad no se puede dar información de ninguno de nuestros huéspedes.-No se me había ocurrido que me negarían la información de Lauren pero era lo más obvio, en Londres Lauren era la persona que habitaba el Penthouse y dudo que alguien aquí lo estuviera ocupando, intente reservar una habitación pero también fue imposible, al parecer el hotel solo estaba hecho para gente reconocida y no estaba abierto a todo el público.- Alguna otra cosa que pueda ayudarla?.
Estaba a punto de rendirme, todo indicaba que no era el momento de hablar con Lauren y que haber ido en la madrugada no había sido la mejor idea que se me había ocurrido hasta ahora. Comencé a caminar con dirección a la salida cuando escuche aquella voz que hacía que todos mis sentidos se pusieran alerta.
-Saldré por unos minutos Joe, si alguien viene a buscarme diles que no vendré pronto .- ¿Ella estaba esperando que alguien viniera a buscarla? Lauren salió por la puerta de emergencia del hotel como si tratara de ocultarse de cualquier persona del mundo exterior, caminé tan rápido como pude sin importarme la obviedad que pudiera mostrarle a Joe, mi corazón estaba tan acelerado que estaba segura que podía darme un paro cardíaco en cualquier momento, necesitaba recordarle a Dinah que pagar el gimnasio no era solo un gusto monetario para ver hombres de buen cuerpo si no que teníamos que usarlo en algún momento. Apresuré el paso tratando de mantener una distancia considerable entre su cuerpo y el mío, si no hubiera visto a Lauren durante todo un año podría asegurar que se dirigía a una cita de negocios, su traje sastre en color negro combinado perfectamente con una blusa en color hueso la hacían lucir tan ejecutiva a las tres de la mañana que me daba un miedo enorme pensar que alguien podía hacerle algo. Lauren recogió su cabello en una alta cola de caballo y en menos de dos minutos ya estaba ingresando al enorme jardín de Central Park, debo admitir que he vivido en NY por años y nunca me había dado la oportunidad de ver Central Park de noche. Enormes farolas adornaban la zona pastosa en la que Lauren se encontraba, varias parejas estaban sentadas sobre unas especies de mantas mientras disfrutaban la música que salía de los altavoces, Lauren tomó una manta y la colocó alejada de todas las personas, realmente empezaba a creer que odiaba las multitudes y mis ganas de conocer la historia detrás aumentaban con cada paso que daba. Pude observar a lo lejos como comenzaba a despojarse de cada una de sus altas zapatillas para poder sentir el pasto con sus propios pies como si se tratara de un pequeño niño que apenas conociera esa sensación, pasaron un par de minutos y Lauren volvió a colocarse las zapatillas como si recordará que no podía perder la compostura, podía distinguir que este momento era tan íntimo, tan de ella que se me hacía demasiado egoísta interrumpirlo pero mi cabeza decía que si no lo hacía en este momento no tendría otra oportunidad de acercamiento a ella y yo no estaba preparada para eso.
Caminé un par de pasos hacía su dirección y esperé que no fuera a caerme o terminará trabandome en el momento de interactuar .- Creo que no alcancé una de estás .- dije con la voz tan baja mientras señalaba la manta en la que ella estaba sentada. Lauren giró su cabeza y se recorrió un poco al extremo contrario al que yo me encontraba, ella no me regaló ni una mirada o una sola frase, solo me dio el espacio necesario para que yo pudiera sentarme a su lado .- ¿Es hermoso no? .- Parecía idiota ahí sentada tratando de generar alguna platica con alguien que se veía que no deseaba platicar conmigo pero tenía que intentarlo.
-Odio estar encerrada en una oficina todos los días de mi vida y este es el único momento en el que puedo estar tranquila. Y ahora lo has arruinado.- No esperaba que Lauren me hablara pero en este momento prefería que no lo hubiera hecho, no me sentía bien de arruinar el único momento que tenía para ella, pero ya no podía hacer nada, solo mejorarlo.
-Lo siento.
-No importa, mañana tendré la oportunidad de venir de nuevo.- Ella estaba tan concentrada viendo una de las farolas que yo podía concentrarme perfectamente en cómo la luz impacta en sus ojos regalándome el verde esmeralda más hermoso que había visto en mi vida.
Sabía que este era el momento, si no pedía disculpas y me redimía en este momento no lo haría nunca más, así que volví a decirlo, lo dije más fuerte esperando que esta vez tuviera mayor impacto .- Lo siento.
-Dije que no había problema.
-No, no siento el haber venido a buscarte. Siento que hayas tenido que encontrarme en aquella situación con Marco.- Pude ver como la mandíbula de Lauren se tensaba al escuchar su nombre y no sabía si era una buena o mala señal.
-No tienes porque sentirlo, tú eres libre de hacer con tu vida lo que quieras.- Lauren por primera vez había dejado de ver la farola y me había regalado una mirada que no pude definir que llevaba dentro.
-¡Lo sé! Y no voy a mentirte, quería acostarme con él, quería sentir su cuerpo contra el mío mientras observaba Varadero por uno de esos enormes ventanales .- Lauren me había evitado en todo momento con la mirada y yo estaba más enojada que nerviosa, era verdad lo que acababa de decir pero me faltaba mencionar la parte más importante y no sabía cómo iba a reaccionar y tampoco estaba segura si yo estaba lista para lanzarme al vacío sin estar segura que alguien pudiera rescatarme si el salto no salía como yo lo esperaba .- Pero no pasó, no pude acostarme con él, no pude ver Varadero por esos enormes ventanales porque no podía dejar de pensar en tí, no podía sacarme de la cabeza tus ojos o aquella increíble fotografía de ti en la playa. No quería estar ahí con él Lauren, por una estúpida razón que desconozco prefería estar muerta de frío en una cueva contigo que en la cama con cualquiera.
Lo había hecho, se lo había dicho. No esperaba que Lauren se lanzará a mis brazos pero tampoco esperaba que ella se acomodara aquellas enormes zapatillas y se levantará dejándome ahí cayendo a un vacío completamente sola.

La última oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora