1539, inicios
La noche era única.
Mihrimah tenía en su presencia al esclavo a su servicio. Las puertas de abrieron y un joven de mediana edad entró hacía ella, Mihrimah sonrió con suavidad. Era el joven del jardín.
— Me has mentido — dijo Asil disgustado — No me has dicho que eres la sultán.
Mihrimah rió.
— ¿Me hubieras tratado de la misma forma? — inquirió Mihrimah sin obtener respuesta — lo ves, fue lo mejor.
— Usted es una dama poderosa y yo un esclavo del harén — dijo Asil.
— Eso es verdad, eres mi esclavo — sonrió Mihrimah.
— ¿Y ahora? ¿Se acostara conmigo? — pregunto Asil.
— Lo haré, lo haré — dijo Mihrimah — Sin embargo jamás he estado con un hombre.
El joven observo a Mihrimah con asombro e inquietud.
— ¿Es virgen entonces?
— Así es, jamás estuve con un hombre. Ni mucho menos con uno como tú, no se que hacer o que decir.
Mihrimah observo el cuerpo de Asıl. Era demasiado fornido para su edad, le gustaba su cabello, ojos y sus labios que parecían tan rojos como una deliciosa manzana. Mihrimah deseaba probar de él, sin embargo estaba nerviosa y asustada.
¿Dolería?
¿Cómo sería aquella sensación?
— Ese nombre no es digno para ti, no — dijo Mihrimah.
— ¿Entonces cuál sería el nombre digno para mi?
Mihrimah pensó en un nombre ideal para aquel joven. Solo se le venía a la cabeza uno, un nombre digno para alguien valiente y con el corazón justo como él.
— Dilaver, porque eres valiente, masculino y muy imponente ante mi. Incluso yo le sultán del nudo caigo a tus encantos.
Nicolás Lisowska, luego Asil ahora Dilaver besó en los labios a Mihrimah. La tomó de la cintura y con un poco de calma le fue quitando las prendas hasta verla completamente desnuda.
Dilaver quedó cautivado por la belleza y la piel de la joven sultán. Su espalda era delicada y su pecho un poco grande aunque con unas caderas muy bien delineadas por el ejercicio y la actividad.
— ¿No te vas a quedar mirando ahí verdad?
Dilaver conocía los secretos del sexo y como hacer feliz a una mujer. Recordó las palabras de Kemer Agha con claridad cuando lo dejó en la puerta: «Hazla feliz y tendrás un imperio a tus pies«
El joven venía con una misión y no fallaría por nada del mundo.
Besó la espalda de Mihrimah, sus labios bajaron lentamente hasta llegar al par de glúteos de la joven, intento meter un dedo para estimular a la joven sultán. Mihrimah dió un brinco y se quejó un poco.
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Mihrimah, La Sultan
Narrativa StoricaHija del difunto Süleyman l y de su esposa imperial Hürrem Sultan. Mihrimah Sultan presencia la muerte de todos sus hermanos, primos y parientes hombres por la viruela. No hay quien herede el trono o eso creía, cuando es obligada a casarse para acce...