Capítulo 21

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Aunque se dijo así mismo que pasaría página, era más difícil hacerlo que decirlo. Aún así, se mostró activamente mientras saludaba a todos sus familiares.

Porque sí. Familiares.

Su madre había dicho que era una cena “familiar”, pero jamás pensó que sería con toda su familia que vino desde otra ciudad para venir a verlo. Se sintió más culpable por eso, porque literalmente no tenía ganas de nada y está gente había hecho su esfuerzo por venir y celebrar su esperado cumpleaños, como para rechazarlo o portarse como una diva de la televisión que tiraba todo antes del gran show.

Hoseok puso una mejor sonrisa, estaba un poco tensa y dolía, pero por lo menos estaba haciendo su esfuerzo por ser feliz al cenar y celebrar con todos sus tíos, abuelos y primos.

Sus primos, que eran de la misma edad, lo animaron haciéndole reír con sus ocurrencias que habían hecho en su otra ciudad. Y también su prima menor, que tenía 11 años, la cual era muy tierna y Hoseok la encontró entrañable.

Eso animo un poco la fiesta porque todos parecían notar que el cumpleañero andaba desanimado y de alguna forma trataban de hacerlo feliz en su día especial, aunque fuera solo un poquito.

O su madre les había pasado el chisme de su ruptura con su amigo de pocos meses y eso a ellos le daba pena.

Sea como fuese, todos estaban alrededor haciéndole cumplidos, preguntas o simplemente somriendole de más. Lo que hizo que Hoseok se sintiera abrumado, pero apreciaba lo que hacían por él.

Tenía suerte de tener una familia que lo quería en lo que cabía y hacían todo lo posible para recuperar al Hoseok alegre de hace semanas atrás.

Pasada la cena con algunas bromas de varios de sus familiares (y copas de más), decidieron cada uno darle su regalo a Hoseok, tal vez así podría estar 100% feliz y no tratando de serlo.

El regalo de sus primos consistió en ropa, lo cual agradeció porque ya hacía tiempo que se le acababa la imaginación para seguir combinando ropa de la que ya tenía. Sus tíos le regalaron instrumentos de cocina. Su tía, que era soltera (y por ende, la más abierta de todos), le regalo condones porque ya era la hora, la verdad no lo había entendido y con vergüenza tuvo que esconderlo. Sus abuelos le regalaron un rompecabezas de 100 piezas que jamás armaría en su vida. Su hermana no le regalo nada porque dice que su regalo está viniendo (tampoco entendió nada, pero decidió no preguntar) y por último sus padres que le regalaron un bonito collar con su nombre, casi se lanza a abrazarlos, pero mantuvo la compostura porque no quería ser tan sentimental.

Después de esos regalos, la fiesta continuó, pero no para Hoseok, muy a pesar de que habían puesto música que le agradaba. La verdad, Hoseok sentía que era demasiado para una noche. Ya había hecho su máximo esfuerzo como para tratar de seguir estando realmente feliz, lo único que quería era irse a su cama y dormir como si no hubiera un mañana.

Entonces alguien tocó el timbre.

Hoseok estaba demasiado cansado mentalmente que no quería levantarse del sillón de donde se encontraba. Pero su hermana dejó de beber su coctel casero para irse rápidamente a abrir la puerta, no entendía que cosa la hacía apurarse, pero no tomó demasiada atención antes de seguir cerrando los ojos y tal vez quedarse dormido.

—¡Hoseok, mi regalo!—oyo que gritaban desde la puerta.

—Jiwoo, mañana lo veo. Estoy cansado y quiero dormir.—respondio poniendo sus brazos sobre los ojos.

—No lo creo, si lo vez mañana probablemente ya se habrá ido.—su voz sonaba con cautela.

Cómo si quisiera que Hoseok se diera cuenta de algo.

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