Jacaerys había hecho todo su esfuerzo por no caerse de la montura de Vermax ya casi llegando a Dragonstone, desde las altas torres se dio la orden de que un dragón se aproximaba, de inmediato Daemon y Rhaenyra salieron junto con sus guardias personales y al ver que se trataba de Vermax Rhaenyra se alivió tanto de ver a su hijo vivo nuevamente. Pero Jace no venía bien, con trabajo pudo descender del dragón y cuando Rhaenyra lo vió mal rápidamente se acercó a él junto con Daemon que ya había dado la orden de que los maestres vinieran.
— ¡Jace! ¿Qué tienes?—. Preguntó angustiada la princesa quien veía como su hijo se tocaba el vientre donde yacía su hijo, Jace traía una cara muy pálida y se quejaba bastante del dolor.
— Me duele mucho madre, creo que el bebé va a nacer.. —. Respondió el príncipe quien se apoyó de su madre y su padrastro para caminar y llevarlo de inmediato a las habitaciones de curación donde los maestres ya estaban preparando todo.
Aquella tarde noche fue una de las más violentas en cuanto al clima, había comenzado a caer una tormenta tan fuerte que incluso los dragones se había ido a refugiar a las cuevas, en su habitación Jace y los maestres luchaban por que el parto fuera lo más seguro pero no garantizaban que no doliera, Rhaenyra no pudo estar viendo y esperaba afuera, la acompañaba Daemon y Lucerys quien estaba bastante alterado por escuchar los gritos de su hermano mayor, para su fortuna Aemond estaba ahí tratando de calmarlo.
— Luke cálmate, Jacaerys es fuerte—. Decía Aemond quien tomó a Lucerys del brazo y lo alejó un poco de los demás para hablar con él, pero el menor castaño no podía calmarse, estaba enojado y frustrado por no poder ayudar a su hermano mayor.
— Lo sé, pero no puedo no preocuparme.. es mi hermano y no puedo hacer nada por él. Maldigo a Aegon por lo que le hizo..—. Luke dio una patada a la pared pero Aemond le abrazó con suavidad apegándolo a su pecho.
— No me sorprende que mi hermano haya hecho esa traición, pero por un momento creí que cambiaría por Jace—.
— Pues no fue así, el día que lo vea me encargaré de decirle más que sus verdades—. Replicó Luke con furia y sed de venganza a lo cual Aemond solo negó.
— Acordamos no participar en esta guerra, pero quizás en un momento tengamos que enfrentarnos a él —. Aquellas palabras de Aemond hicieron que Luke se calmara y enseguida le abrazara, mientras continuaba aquel tortuoso parto, es curioso identificar el lazo de jinete con dragón tan fácilmente y es que el príncipe Jacaerys era tan unido a Vermax que cuando Jace gritaba, el dragón rugía desde su cueva y se removía inquieto.
Pasados unos minutos más, por fin los maestres habían logrado ayudar a Jace a dar a luz a su hijo, el bebé afortunadamente estaba sano aunque era prematuro ya que el parto se había adelantado, Jace que estaba tan cansado por lo vivido solo alcanzó a ver a su hijo que lloraba y estiraba sus manitas, sonrió complacido antes de desmayarse por el cansancio y dolor. Los maestres dejaron ingresar a Rhaenyra quien cargó emocionada a su nieto, pero también preocupada al ver que Jace había terminado muy mal, los maestres siguieron al pendiente del príncipe toda esa noche hasta que recuperó la conciencia a las pocas horas.
Cuando Jace se dio cuenta de donde estaba y el dolor que todavía tenía en el vientre se llevó la mano a este, en ese momento su madre aparecio con su hijo en brazos y se lo entregó al príncipe quien lo acogió con calma.
— ¿Has pensado un nombre, hijo mío? —. Cuestionó Rhaenyra quien acariciaba la cabecita del bebé dormido.
— Rhaegel me gusta, creo que así lo llamaré —. Respondió Jace acunando a su hijo contra su pecho, Rhaenyra solo sonrió.
— Un digno nombre de un Targaryen —. Dijo orgullosa de su hijo y su nieto, después su expresión cambió a una más preocupada. — Jace, ¿Sabes algo de Aegon?—.
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La sangre del dragón nos une
FanfictionJacaerys Velaryon era tan atractivo a la edad de los dieciséis años, que el lobo que gobernaba Invervalia había sido cautivado con su sola presencia, pero un giro inesperado cambiaría el rumbo del próximo heredero al Trono de Hierro, donde sus senti...