El cuervo que anunciaba la aceptación de la unión de Jacaerys con Cregan había partido al día siguiente, pero la realidad era que Jace no estaba en condiciones para ir a casarse hasta Invernalia, el maestre le había ordenado estrictamente guardar reposo por al menos un mes en cama estricto debido a que el embarazo no iba bien y estaba en riesgo de perderlo. El castaño no hizo más que obedecer y tratar de estar lo más tranquilo posible a pesar de que no podía su mente le traicionaba y en ratos se lamentaba por su situación.Las visitas de Aegon a Jace fueron prohibidas por completo ya que podría empeorar las cosas y tras conocer que la vida de su hijo corría riesgo también él mismo decidió no hablar más con su sobrino aunque era lo que más quería en el mundo.
Rhaenyra por otro lado no estaba conforme con la situación y se la pasaba en el salón dándole vueltas a ese asunto sumado al problema que tenían con los Velaryon ahora que habían perdido varías flotas, Daemon no ayudaba mucho pues era el que le traía las peores noticias de que iban perdiendo la guerra.
— Daemon, esto no está bien—. Mencionó la princesa observando el fuego de la chimenea mientras estaba escuchando un informe de guerra que no le prestaba el mínimo de atención.
— Pues claro que no, te estoy diciendo que Corlys perdió contra los Lannister varios navíos —. Replicó el príncipe canalla moviendo algunas piezas sobre la mesa que pintaba el mapa de todos los reinos.
— No me refiero a eso, habló de la boda de Jace y lord Stark..—. Rhaenyra volteó a mirar a su esposo quien solo bufó.
— No sé por qué no te agrada la idea, Jacaerys ya debe de sentar cabeza y dejar al estupido de Aegon que no aporta nada—.
— Jacaerys lo ama a él, no a Cregan—. Reposo la rubia cruzándose de brazos.
— En nuestra casa a veces el amor no debe de prosperar más allá del deber, además eso se le puede quitar fácilmente —. Daemon se encogió de hombros sin darle mucha importancia.
— Tiene dos hijos con Aegon, eran un matrimonio feliz pero la guerra los ha dividido y separado, eso no se puede quitar de la noche a la mañana — La rubia miraba con reproche a su marido quien se acercó a besar sus manos como intentando calmarle.
— Cariño, es una oportunidad para tener a la gente del norte de nuestro lado, tienes que aceptar ese matrimonio es nuestra carta a la victoria —. Daemon soltó las manos de su esposa y le dejó sola en el salón, reflexionado sobre aquella idea, aunque la princesa no estaba de acuerdo en sacrificar la felicidad de su hijo nuevamente, tal como habían hecho con ella al escogerle a Laenor como su marido en un tiempo atrás.
En otra parte del castillo Aemond había ido a ver a su hermano al cual no encontró en el comedor ni en los jardines, le habían dicho que su hermano no había salido de su habitación desde la noticia que debía de alejarse por completo del príncipe Velaryon y Aemond conociendo lo inestable que era Aegon, no tardó en preocuparse y subir a su habitación donde en efecto lo encontró sentado en una de las sillas mirando hacia la vista que dejaba Dragonstone desde su balcón.
Aegon ni siquiera se movió al escuchar que alguien entraba en su habitación, tenía la mirada perdida en las montañas y el cielo azul que yacía esa tarde.
— Creí que estarías en el salón con todos los demás, ¿Acaso no vas a comer?—. Cuestionó Aemond observando a su hermano pero sobretodo las botellas de vino a su alrededor, aquello le hizo fruncir el ceño.
— Ve tú, yo no tengo ganas..—. Murmuró el mayor quitándose el anillo que tenía en su dedo anular para mirarlo, aquel anillo que lo "unía" con Jacaerys.
— ¿De verdad te vas a dejar caer por esto? ¡Aegon despierta! Tienes que impedir esa boda—. Aemond se había acercado a tomar de la ropa a su hermano con fuerza para hacer que lo miraba, Aegon lo hizo pero solo se echó a reír frustrado.
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La sangre del dragón nos une
FanfictionJacaerys Velaryon era tan atractivo a la edad de los dieciséis años, que el lobo que gobernaba Invervalia había sido cautivado con su sola presencia, pero un giro inesperado cambiaría el rumbo del próximo heredero al Trono de Hierro, donde sus senti...