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Desperté con la modesta bata que el botones me había dado al darse cuenta que yo no traía más ropa. Tristan estaba dormido en el sillón de la habitación, nunca son lo suficientemente grandes para su largo cuerpo, le aventé un cojín a la cara y despertó regresándome el cojín que también dio a mi cara.
-No te compadeces de mí ni siquiera en mi condición.
-Ni que estuvieras enferma.
-Tengo un ser que me duele en todo el cuerpo.
-Cálmate Borges.
-Es muy real, es la única definición con la que me siento medianamente comprendida.
-¿Cómo asi?
-Pesado, no sólo físicamente, me cansa todo.
-Te has vuelto floja, venga, bajemos al lobby.
Pregunté el cómo llegar al centro para comprar algo de ropa y Tristan me convenció de usar un bañador.
-Pídeme uno de dos piezas, no pienso andar en cueros cada quince minutos cada que voy al baño.
-Bueno pero con el tamaño de esos pechos no usar un escote sería una falta.
-¡TÚ PONTELO!
-Lo haría con mucho gusto querida pero como puedes ver no estoy dotado.
Llegamos a una amplia bahía nublada con poca gente, era de suponerse que el agua estaba helada ya que todos estaban en la arena comiendo y platicando. Tristan extendió una toalla y yo me senté como pude.
-Mala idea, me va a costar un infierno pararme.
-Quiero intentar algo.
Con sus grandes manos empezó a cavar un ollo en la arena pálida y gruesa, veía mi panza, veía el ollo, se acercaba a medir mi panza y sostenía esa medida con sus manos para hacer la longitud y profundidad del ollo. Aplanó los relieves de la arena, le dió un ultimo vistazo a mi panza como para ajustar de talles y subió un poco más la mirada.
-Mierda.
-¿Qué?
-Ehmmm...
Se puso las manos en el pecho y les dio la forma de tetas mientras abría sus grandes ojos y cerraba la boca haciendo una sonrisa chistosa.
-Ohhh...
Me agarré uno de los pechos desde abajo y para mi propia sorpresa era inmenso, tuve que usar la otra mano también, le di mis manos a Tristan con la forma y él acercó las suyas imitando las torpes proporciones que le había dado y las llevó a la arena.
-Listo, quítate el suéter.
Voltee alrededor, no había nadie tan enorme como yo. Tristan asintió con la cabeza y me sonrió, le devolví la sonrisa y me lo quité. Me acosté boca abajo en la arena. Acomodé la panza, los pechos y crucé los brazos debajo de mi cara, puse la mejilla derecha sobre éstos en dirección a Tristan y la satisfacción no cabía en mí, empecé a llorar.
-¡MADRE MÍA ESTO ES DELICIOSO!
-¿Y sabes qué es lo mejor?
-¿¡HAY MÁS!?. Tristan susurrando:
-No te tienes que parar al baño.
-...
-...
-¿Cómo gato?
-Si, como gato.
Entre susurros nos reíamos y hacíamos silencio con las manos en la boca, yo estaba recostada y Tristan sentado a lado mío con los brazos estirados hacia atrás, viendo el cielo, viéndome a mí. Me quitó la liga de cabello. Apoye mi frente sobre mis manos y me dejé peinar. Me hizo una deficiente pero linda coleta alta.
-Hice lo mejor que pude.
-Siempre haces lo mejor.
-No siempre.
-Sí lo haces.
Me lanzó una mirada entrecerrando los ojos, como de sospecha y se rió, se quitó el suéter y se acostó al lado mío boca arriba cerrando los ojos mientras yo lo veía a él. Acerqué mi mano derecha para tocarle la cara suavemente con las yemas de mis dedos pero sentía que si lo tocaba se desvanecería así que antes de aproximarme a él contraje mi mano y él abrió los ojos. Volteo su cabeza hacia mí y me miró, seguido de todo su cuerpo. Nos miramos directamente a los ojos sin decir nada un rato, tan celestes como siempre, podía ver su respiración y sus pupilas dilatadas hasta que me atreví a tocarle la mejilla, estaba frió, el lentamente agarro mi mano y la apoyo a su mejilla, sus manos estaban aún más frías y llenas de arena. Entre abrió un poco los labios como si quisiera decir algo y después los volvió a cerrar. Me descubrí a mí misma llorando.
-¿Ya te diste cuenta, verdad?.

TristanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora