-No te rías.
-Estás atormentando mi alma.
-Cuánto drama, cero puntos como modelo amateur.
-¿Y si mejor hago otra cosa?, ¿otra pose?
Entré al taller de dibujo en la preparatoria porque me dijeron que el maestro nunca llegaba y salíamos temprano los viernes, era demasiado tentador el tener horas libre, cuando uno es adolescente sólo quiere tener horas libres; nunca pasó porque tuvimos un dedicado y responsable maestro nuevo, ya llevaba dos años en el taller y había adquirido cierta habilidad con el carboncillo, en éste último año nos aproximamos al dibujo del cuerpo humano y ya me había aburrido de practicar con mi reflejo así que Tristan era mi víctima por las tardes después de la escuela.
-Quiero intentar algo.
Me puse enfrente de Tristan y le desabroche la camisa, el sólo estiro los brazos como un Cristo en la cruz y bajó la cabeza y las manos.
-¡CRUCIFICAME CON TUS FLORES! Exclamó a gritos.
-¡MÁTAME CON TU SER!
Un chiste local que repetíamos a menudo; porque hace meses un chico que me gustaba me rompió el corazón cuando lo ví llevándole flores a otra. Al siguiente día Tristan me dio flores declamando ese verso.
-Ponte de espaldas.
Qué envidia me daba y me sigue dando el cuerpo de los hombres, es puro esqueleto cubierto por una capa de carne, con los músculos más propensos a marcarse y no las para mí molestas voluptuosidades del cuerpo femenino, lo odiaba, odiaba lo curvo en mi cuerpo, los dos vultos en mi pecho que empezaron a crecer y una cadera que sentía que se ensanchaba día con día, lo odie por mucho tiempo, razón por la cual empecé a usar ropa holgada porque no soportaba el verme así de mujer. Me quedé observando esa espalda, deseando no a él, ser él, tan pálido, los hombros delineados y podía ver la línea perfecta en su columna, volteó a verme con el rabillo del ojo y noté que su mandíbula también se había marcado, Tristan había crecido.
-¿Por qué estás roja?
-No voltees, quédate así.
Tristan chasqueó la boca y obedientemente fue mi musa.
Ya no éramos unos niños y yo también había crecido, sabía perfectamente que Tristan me veía como a una hermana y me daba asco a mí misma el pensar que yo lo viera a él de otra forma, no se sentía bien, no se sentía correcto.
Fue en éste tiempo cuando empecé a leer hentai en internet lo cual consiste en comics japoneses con contenido sexual explicito y romance sin embargo encontraba muy desagradable el ver a mujeres haciendo el acto, me causaba repulsión, ni hablar de ver porno, la primera vez que intenté ver porno heterosexual vomité hasta que descubrí el porno gay, ese sí me gustó pero me pasaba que no era tan artístico ni romántico como el hentai entonces descubrí que existía hentai con sólo protagonistas hombres y ese fue mi credo. Si los hombres me gustaban me gustaba mucho más el verlos dibujados.
Traté de enterrar mis sentimientos por Tristan en lo más profundo de mí corazón pero a mis 17 años no había mucha profundidad en mi tierra.

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Tristan
Historia Corta"Conozco a Tristan desde, bueno, no sé honestamente desde cuando, pero está en mis recuerdos más remotos..."