Tristan tenía los párpados superiores caídos, su mirada siempre era lánguida y el iris de sus ojos eran lagunas cristalinas con destellos celestes, pensándolo un poco sus facciones eran bastante femeninas: cabello, cejas y pestañas maderosas, un café claro muy lindo pero imperceptible porque lo que siempre destacaba al verlo eran sus ojos tristes y lo visibles que eran sus clavículas aún con la ropa puesta, era muy titíritesco, más con ese metro ochenta blanco como un lienzo; sí, lo miraba y lo miraba mientras lo dibujaba y también en un esfuerzo para racionalizar mis sentimientos me decía a mí misma que mi enamoramiento hacia él estaba totalmente justificado por lo bello que era, el privilegio de la belleza sustentaba mi sentir. Otro punto a mi argumento es que Tristan era no sólo el primero, sino el único chico con el que había interactuado en mi vida; sus atenciones, completa disposición a mis demandas y el sostén que me brindaba desde hace tanto le daban una consistenica enorme y... eran todas esas cosas las que me gustaban.
Una noche Tristan llegó como de costumbre por mi ventana en medio de una lluvia torrencial, entre susurros y a oscuras para no despertar a la abuela me lanzo piedritas a la ventana para que le abriera, me agarró por sorpresa y sentí todo mi cuerpo temblar, le abrí la ventana mientras le llevaba una toalla para que se secara, no fue suficiente, el agua le caía a chorros, se escuchaba, sólo veía sombras. Con voz bajita le dije:
-Te me vas a enfermar, espero no te moleste usar un camisón.
-Si me das el rosita no me enojo, oye, ¿puedo dormir aquí?
-¿QUÉ?, ¿POR QUÉ?
-SHHHHHHH! ¡TE VA A ESCUCHAR!
-No...
-He dormido aquí otras veces, hemos dormido juntos MUCHAS veces, ¡no muerdo!
Puta madre, me aguanté las ganas de llorar y agradecí al cielo que no me pudiera ver.
-Voy al baño.
Lo dejé en el cuarto y me ví al espejo, me lavé los dientes mientras sentía que el corazón me iba a explotar. Le puse seguro a la puerta y me metí a la cama rápido, sentía que me iba a dar un ataque de pánico.
-Estás muy grande, hazte para allá.
-Tu cama es la pequeña.
Era una ola repentina de ansiedad, se me resbalaba del cuerpo, sentía que si no me calmaba él escucharía mi corazón gritar.
-¿Por qué viniste a dormir acá?
-Créeme que mi plan original no era dormir aquí.
-¿Entonces?
-Quedé otra vez con Aurora pero de la nada llegaron sus papás entonces me corrió. Se empezó a reír y yo lo golpee en el brazo con un codazo para que no hiciera ruido. No podía ver nada, sólo entraba un poco de luz de la calle y como en siluetas dibujadas con carboncillo veía que Tristan estaba boca arriba con los brazos detrás de la cabeza, yo me voltee hacia él; no había nada que yo pudiera hacer para que él me viera como una mujer, era inmune a mi tacto en su cara, en su pecho... silencio. Me dí la vuelta y él me arropó con el cobertor, me abrazó y me dio un beso en la cabeza.
-Descansa
-Buenas noches.
Lloré toda la noche mordiéndome la mano para que él no se diera cuenta.
El amor incondicional que sabía que me tenía no me bastaba, me volví codiciosa; con un deseo voraz y vehemente de que él me deseara. Me renuncié al poco tiempo porque sentía que algo estaba mal conmigo, ¿por qué no conformarme con lo que ya era?. Sufrí un luto en silencio por varios años, no me pesaba que Tristan no me viera como yo a él, me pesaba el que yo quisiera más y más, como un monstruo devorador insaciable.

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Tristan
Kısa Hikaye"Conozco a Tristan desde, bueno, no sé honestamente desde cuando, pero está en mis recuerdos más remotos..."