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Cuando despertó, TaeHyun se llevó una decepción enorme: el Príncipe no estaba con él.

Frotó sus párpados para alejar el sueño de sus ojos, enderezándose y mirando el cuarto. Casi esperaba ver a BeomGyu desayunando allí o saliendo del baño, pero no estaba por ninguna parte, y tampoco había ninguna nota. Solo estaba él en la cama, desnudo y con la sábana cubriendo su cuerpo.

La vergüenza lo golpeó cuando recordó lo que ocurrió en la noche. Por los dioses, ¿ellos realmente...?

¿BeomGyu de verdad le folló los muslos? Debía ser así, considerando que sus piernas estaban un poco pegajosas, y antes de poder pensarlo un poco más, se sobresaltó al escuchar las puertas siendo abiertas. Soltando un grito de alarma, se cubrió más con la fina sábana de seda. Entraron dos sirvientas, que inclinaron sus cabezas hacia él, y detrás de ellas venía un hombre con un pequeño cofre.

— Cortesano Kang — dijo una de ellas —, el Príncipe nos ha ordenado darle un baño antes de que vuelva a sus aposentos.

— Además — agregó la otra, sosteniendo unas prendas de ropa dobladas —, le ha regalado este precioso hanbok, para que lo use este día.

— Oh... — el chico se ruborizó, asintiendo, y las dos chicas fueron hacia el cuarto del baño a prepararle agua en la tina.

El hombre que sostenía el cofre se acercó a él, pero se quedó quieto a una distancia prudente. Tenía una barba bien recortada y cuidada, de ojos brillantes y piel bronceada.

— Cortesano Kang — saludó —, me presento como el joyero real, y estoy aquí para hacerle entrega de un regalo que el Príncipe me pidió especialmente para usted.

TaeHyun parpadeó, algo sorprendido por los dos regalos entregados por parte de BeomGyu. Solo asintió con la cabeza, enmudecido, y el joyero abrió el precioso cofre. Dentro de este, sobre un bonito cojín rojo, descansaba un hermoso brazalete de plata, con tres incrustaciones de una brillante piedra preciosa que TaeHyun identificó como esmeraldas, por el lindo color verde que poseía.

— Si me lo permite... — TaeHyun extendió su mano, mientras el joyero sacaba el elegante brazalete y lo abría. — Es muy sencillo de manipular, Cortesano, un sistema de bisagra y permio — barboteó.

— Es muy... muy hermoso, gracias — dijo, admirando de más cerca el brazalete. Se veía muy exquisito, con terminaciones sobresalientes alrededor de cada pequeña bonita esmeralda incrustada.

— No me lo agradezca a mí, sino al Príncipe — el joyero se inclinó, dejándole el cofre sobre una de las mesas alrededor de la cama. — Que pase un buen día, Cortesano.

TaeHyun se despidió distraídamente, sin dejar de observar el brazalete, antes de terminar sonriendo por la emoción. BeomGyu le entregó eso, le dio ese precioso regalo por lo que hicieron. A pesar de no estar allí en ese instante, TaeHyun se sentía muy feliz y contento, porque era una buena señal, una gran señal. Casi hasta podía gritar por la alegría, pero eso no sería un comportamiento apropiado para un Cortesano.

Dejó que las sirvientas lo arrastraran al baño más tarde, quitándose el brazalete con cuidado para no estropearlo. Sintió algo de vergüenza de que lo atendieran, cuando él estaba sucio con los restos de esencia suyos y de BeomGyu, pero las dos chicas no parecían incómodas con eso. Lo ayudaron a vestirse también, con ese otro lindo regalo del Príncipe.

El hanbok era sencillo, pero elegante y cómodo para él: el jeogori era de un puro color celeste crema, con un otgoreum azul cayendo por su cintura. La chima se abría en la caída al suelo, amplia y de color blanco crema, con un elegante diseño de flores creado por pequeñas incrustaciones de una piedra brillante.

Jewel « BeomHyun┇TaeGyu »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora