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A pesar de que la ceremonia no era extravagante ni había demasiada alegría en el aire, a TaeHyun le sorprendió lo atractivo que podía verse BeomGyu en sus ropas doradas, con el cabello negro atado en una coleta alta y el rostro inclinado mientras era ungido por el Sumo Sacerdote en la entrada del pabellón Geunjeongjeon, el edificio principal que servía como centro de los asuntos del Estado.
Le habría gustado estar en otra posición, una más cercana, pero sabía que no correspondía dado su nuevo lugar. BeomGyu había rabiado como un niño pequeño cuando le comentó dónde se ubicaría, por detrás de SiEun y sus hermanas, sin embargo, TaeHyun solo asumió eso con calma. Si era sincero, eso pareció enojar más a BeomGyu, que discutió largamente con RyuJin sobre el lugar que le correspondía a TaeHyun. Al final, no tuvo más que ceder, considerando además que había muchos nobles invitados. El patio se encontraba lleno de personas observando la entronización en silencio expectante.
A pesar de ello, TaeHyun tampoco pasó por alto que su hanbok parecía ser más exquisito que el de SiEun. BeomGyu había encargado aquella prenda, de seda y brocados de oro y plata. El jeogori era de un fuerte color rojo, tan parecido a la sangre, con hermosos y brillantes detalles dorados, el más precioso, un dragón bordado en la zona de su pecho. La chima, por otro lado, poseía un brillante color azul mar, aunque con el borde de rojo, y con un diseño de color plateado a lo largo de la tela. BeomGyu le había regalado el día anterior unos aretes largos de oro y zafiro, junto con un collar con esos mismos materiales. Por último, su cabello se encontraba peinado y enganchado en un tocado de oro y rubíes, con una pequeña cadena que caía en su frente y otras más en sus orejas.
TaeHyun no le había visto el problema a su atuendo, hasta que se encontró con SiEun y notó la forma en que apretó su mandíbula, con sus ojos cubiertos de odio y, probablemente, a punto de echar espuma por su boca. Si lo comparaba, el atuendo de la muchacha era menos bonito y mucho más sobrio: el jeogori era blanco y la chima rosada, y la joyería eran unos aretes que combinaba con el collar, además de un tocado sencillo.
— ¿No te da vergüenza? — le espetó ella, como si no pudiera evitarlo. — Ir así, luciéndote frente a tu Emperatriz así...
— Mi Emperador me ordenó venir con esto — contestó TaeHyun con suavidad. — Si tiene alguna queja, futura Emperatriz, puede decírsela a él.
Más odio por parte de SiEun. Según lo que TaeHyun sabía, BeomGyu no había vuelto a llamarla y todas las noches, él estaba con el mayor. A BeomGyu parecía encantarle ser atendido por TaeHyun, y el menor disfrutaba cuidar de él.
SiEun solo hizo un gesto despectivo antes de pasar de largo. TaeHyun habría preferido no tener ese encontrón con ella, pues al fin y al cabo, sabía que eso solo provocaba que la muchacha se desquitara con ChaeRyeong. Según lo que sabía, su pobre amiga estaba sufriendo al ser doncella de SiEun, y tenía más que claro que la Princesa iba contra ella como una manera de vengarse de TaeHyun.
