Aemond, tuvo suficiente por esa mañana. Estaba decidido, se mantendrá lejos, lo más lejos que pueda de Lucerys, solo lo vería cuando la situación sea estrictamente necesaria, por ejemplo, en la noche y eso, solo porque a no ser, que quiera dormir con la compañía de Vhagar, no tenía ningún otro lugar más que junto a su sobrino. Se vistió tan rápido como pudo dispuesto a salir a entrenar con Ser Criston.
Procuró no mirar a Lucerys, mientras se ataba el cinto y se encaminaba a la puerta, al abrirlas se sorprendió, al ver a su hermano y sobrino frente a esta, listos para abrir. Lo afirma y reafirma, odia que las puertas sean tan fáciles de abrir, le importa una mierda, si es por seguridad.
《Los dioses, son testigos de la cantidad de veces comprometedoras en las que, su madre lo encontró.》Se estremece y sacude la cabeza, para evitar que los horribles recuerdos sigan llegando. Si, es definitivo es necesario una cerradura por dentro. Pero no era el momento, su estúpido hermano y su sobrino, son el tema a tratar.
—¿Qué quieren? —cuestiona, no puede confiarse, si han vuelto a ser tan cercanos, nunca salió nada bueno, al dejar a Aegon con sus sobrinos.
—Venimos a ver a mi querido sobrino —Aegon se pone de puntas para tratar de mirar dentro de la habitación. —. Estoy seguro que lo dejaste muy satisfecho, no te lleve a una casa de placer para que mires, de eso estoy seguro. —si alguna vez, encuentra el modo de cerrar su boca, de forma permanente, lo hará.
Mientras tanto, lo mira furioso y se abre paso entre ambos. Ya se le hizo tarde, y no tiene tiempo para escuchar más estupideces de su parte, solo necesitaba botar toda esa tensión e ira, en una sesión de entrenamiento con espada. Así dejará de pensar, en su momento de duda.
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Por mucho que le guste, lo confortable que se siente la cama, Jacaerys sabe que debe levantarse e ir a ver a sus padres, para el desayuno, sino lo hace, es probable que vengan a ver que sucedió y para ser sincero, no tiene ganas de dar explicaciones.
—¿Haces lo mismo con todos? —dice la voz somnolienta de Aegon —. Los usas en las noches y huyes por las mañanas. —Jacaerys tuvo que reírse, mientras se colocaba el jubon.
—Es una lástima que hayas despertado antes de que pueda hacerlo. —responde, terminando de acomodar los broches.
—Esa no es ropa apropiada para entrenar. —Jacaerys se sienta en la cama para ponerse las botas, cuando acaba gira para encontrarse a Aegon.
—Iré a desayunar con mis padres, como todas las mañanas. —Aegon asiente confuso, Jacaerys no se detiene a pensar mucho en ello, antes de salir.
Se arrepintió, hubiera preferido mil veces, dar explicaciones. El dramatismo de Daemon, casi acaba con su cordura, aunque es divertido ver a su madre unirse a él y tratar de consolarlo, aunque siempre parece empeorar más la situación. Empieza a pensar seriamente, que el embarazo afectó más a Daemon que a su madre. Puede recordar a su madre actuando exactamente igual, cuando Viserys estaba dentro de ella. Días terribles en los que parecían caminar sobre espadas afiladas y tenían que pensar muy bien sus palabras antes de decirlas. Daemon fue quien más golpes (emocionales) recibió.
Ahora sguramente, su madre se arrepiente de estar embarazada, al principio estuvo feliz y radiante por la falta de síntomas, a partir de estos días, podría estar cuestionando esa felicidad.
Jacaerys huye cuando la oportunidad se presenta, se despide, ignorando la mirada de Joffrey, si, seguro pagará por dejarlo lidiando solo con esto, pero lo va superar.
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Valyrian traditions [En Edición]
Hayran KurguDonde un pequeño Aemond de ocho años y un pequeño Luke de cuatro, se casan por las viejas tradiciones Valyrias jugando y sin saberlo, con Jacaerys y Aegon de testigos. Nadie tenía idea, hasta que a los catorce, Rhaenyra nota la misma marca que tien...