Recibir o no

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JOSEPH QUINN:

-Y recibiré un castigo por eso?- preguntó fingiendo inocencia y mordí mi labio negando

-De nuevo buscas que esté dentro de ti? Que te hace pensar que te complaceré?- me alejé soltando un pequeña risita y sé lo frustrante que es para ella, casi tan frustante como que un simple toque de su piel me ponga duro y tenga que forzar mi autocontrol.

-No te necesito, Joseph- estaba enojada, el tono de voz me lo decía perfectamente. Un poco más niña, solo un poco y obtendrás todo

-Claro, vas a pedirle a tu novio? El que tiene problemas de tamaños?- me senté en una silla alta que se encontraba en el desayunador.

No dijo nada y se sentó sobre la mesa, mi mirada seguía todos sus movimientos para poder captar lo que hacía. Aclaré mi garganta cuando se deslizó poco a poco sobre la mesa y sus piernas quedaron abiertas.
Iba a tocarse, claro que sí y yo moría por este espectáculo. Me desafió un poco pero le di una vista tranquila sobre mi, como si mi polla no estuviera por explotar con solo ver sus piernas abiertas para mí.
Al parecer era demasiado caprichosa, obtiene todo lo que quiere pero quizá quiero parecer duro con ella, que se lo gane. La observé cuando levantó ligeramente sus caderas para quitar sus shorts y ropa interior, esto corre demasiado rápido, nose si pueda contenerme.

-Quizás no sea Bruno- su respiración eran pesada -Quizás pueda pensar en como lo haría el chico por el cual reclamas- dos de sus dedos acariciaron sus piel sensible para encontrar placer.

-Lo dudo, quisiera que pudieran aguantar tres corridas tuyas sin venirse- me apoyé contra el respaldo de la silla, mis brazos se cruzaron para contenerme. Quiero devorar cada parte de su cuerpo

-Sabes, tengo una coreografía dónde Tomas- gimió cuando sus dedos invadieron su cavidad, fué a propósito para poder gemir el nombre de ese idiota.

Sé que estás pidiendo por mi

-Suena interesante, te escucho- me contuve, adoraba ver cómo pensaba en que más hacer para que la cogiera como una puta.

Solo tenés que pedirlo

-Mmm Tomas- gimió moviendo sus dedos, lo hacía tan bruto y desesperado, nisiquiera le estaba dando atención a su clítoris.

Mi pierna se movía en el lugar por mi nerviosismo, necesitaba liberar todo este calor pero también necesitaba castigarla por ser tan atrevida conmigo, jamás le negué nada, ella necesitaba solamente usar sus palabras para tenerme cuando deseé.
Mantenía sus pies arqueados, con una mano apoyaba su torso contra la mesa para darse estabilidad sentada y la otra se daba placer así misma. Miré la hora y sonreí, podría haber acabado en menos si fueran mis dedos.
Que ocurrencia la mía.

-Quiero verte acabar por ellos, ya pasaron 10 minutos- le mostré el reloj de mi muñeca -Pude hacerlo en menos que eso- Ella sacó sus dedos húmedos y se movió un poco dejando rastros de su humedad sobre la mesa...

Obseno.

-Me ayudas Joseph?- la miré.

Vamos, puedes contenerte un poco más

-Dime que debo hacer- me escuché muy sumiso, mi autocontrol dependía de un hilo.

-Limpia mis dedos por mi- acercó su mano hasta mis labios

Mi respiración era pesada, sus dedos estaban mojados aún y ella acariciaba así mis labios, mi boca poco a poco abrió paso para darle lugar a qué sus dedos acariciaran mi lengua, dejando todo su sabor en ella.
Dulce, caliente y delicada conmigo, una buena chica para mí. Mordía su labio ante la escena que se estaba montando conmigo pero poco a poco se alejó.
Volvió a sentarse pero esta vez estaba cerca de la orilla, su pie acariciaba mi pecho desnudo porque llevaba mis dos botones sueltos. Acerqué un poco más mi silla, estaba dejándome llevar por algo tan simple como saborear su coño.
Estaba tan expuesta ante mi y veía su humedad correr por su piel, se veía jodidamente perfecto. Tomó el descaro de acercar su mano nuevamente a mi mejilla y subirla hasta mi pelo, no reclamé, no podía.
Jaló un poco hasta que llevó mi cara a hasta su entrepierna, su mirada hambrienta deseaba que usara boca para correrse.

Profesor// Joseph Quinn +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora