Narrador Andy
Me encuentro frente a los exámenes del primer periodo, después de que Lucia me enviara una foto a mi teléfono. En la noche, no pude concentrarme adecuadamente. Estaba decepcionado, frustrado y triste. Sabía que esta semana, comenzando desde hoy lunes, tendríamos exámenes, y al estar en el segundo periodo, sabía que habría sorpresas.
Como les mencioné anteriormente, somos un grupo de tres personas cuyas calificaciones de los exámenes se suman y se promedian para obtener el resultado final. Para los exámenes de esta semana, se han asegurado de que no copiemos y nos han separado. Nos separaron de nuestros compañeros de grupo y nos mezclaron con otros cursos.
Esto es solo el comienzo de la película que estamos viviendo, porque aquí, con los estudiantes de otros cursos, nos han confirmado que tenemos exámenes diferentes. Hoy vamos a rendir tres exámenes, cada uno correspondiente a una asignatura, y nuestras asignaturas están diseñadas para no coincidir con los exámenes que rendirán nuestros compañeros de grupo.
En pocas palabras, este nivel 2, me hace ver las cosas de manera cruda. Me hace cuestionar seriamente si lo lograré, si alcanzaré el pódium. Como podrán imaginar, mi grupo de tres no se reunió para estudiar, no compartimos notas y solo me queda confiar en mí mismo y hacer lo mejor que pueda.
Las tres asignaturas que tengo que rendir hoy son Ciencias Sociales, Matemáticas y Emprendimiento. Cada examen consta de 20 preguntas y tenemos una hora de tiempo.
Me senté en mi lugar, me colocaron el examen boca abajo y antes de comenzar, añadieron otra regla para aumentar la emoción: un comodín. La regla era que "el último en terminar o el que tuviera menos preguntas contestadas, sin importar cómo estuviera su examen, tendría la calificación mínima para pasar". El comodín consistía en que "la primera persona que decidiera no hacer el examen obtendría un 70".
Para cualquier persona normal, esas reglas podrían ser oportunidades, pero durante todo este tiempo nos han presionado para no perjudicar la calificación de nuestro grupo. Elegir el comodín o ser el último se convirtió en un castigo.
Todos nos quedamos en silencio y tocaron una pequeña campana como señal de que el tiempo para terminar el examen había comenzado. Giré el examen y ahí estaban, en mi primer examen, preguntas de Ciencias Sociales. No eran de opción múltiple, teníamos que escribir las respuestas según nuestros conocimientos.
Milagrosamente, logré terminar ese examen a tiempo y por suerte no fui el último, así que el castigo mínimo no estaba de mi lado. Sin embargo, el examen fue bastante complejo.
Nos dieron un descanso de 40 minutos para comer o hacer cualquier cosa antes de enfrentar el siguiente desafío, el siguiente examen. Durante ese receso, vi a Amanda a lo lejos. Parecía un poco distante, y como no quería que se diera cuenta de que estaba pendiente de ella, decidí dirigirme al aula para el siguiente examen, que era de Matemáticas.
Aquí también aplicaron la misma regla y ofrecieron el mismo comodín, pero nadie aceptó.
Luego de terminar el examen de Matemáticas, solo quedaban 15 minutos de descanso antes de iniciar el último examen del día. Aproveché ese corto tiempo para repasar en mi mente las respuestas que había dado y evaluar si había contestado correctamente. El ambiente en el salón de clases estaba lleno de tensión debido a las reglas impuestas por los docentes y la forma en que se manejaba el tiempo.
El examen de Matemáticas, en particular, fue diseñado para generar una gran presión en los estudiantes, y debo admitir que lo lograron. La noche anterior no pude estudiar adecuadamente debido a mis preocupaciones por Amanda, el formato de los exámenes y el tiempo de descanso que nos dieron al final.
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Colegio de ricos, seguramente no te lo puedes permitir
Teen Fiction¿Por qué una persona inscribiría a sus hijos en una academia de solo estudiantes adinerados? No, no es por los contactos. En la Escuela de Excelencia Gonzáles, especializada en llevar tus habilidades y destrezas al máximo nivel. Durante 25 años, han...