№35 - Punto y aparte

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Jimin

El ambiente de vuelta a casa estaba muy cargado. Elisa se mantuvo callada desde nuestra última conversación y no compartimos ni una palabra más, ni miradas. Su cabeza se posaba contra la ventanilla evitando a toda costa. Esto me dolía a horrores y las ganas de llorar me provocaban un nudo en la garganta muy doloroso.

La carretera estaba desértica como siempre por esta zona y las 4 de la madrugada marcaba el reloj de la radio del coche. Silencio absoluto, ni la música teníamos puesta, solo se podía escuchar el sonido del motor.

Ya estábamos por llegar y sabía que cuando Elisa se bajase del coche todo esto terminaría.

El gran portón de la entrada se abrió para que pudiera introducir el coche dentro de la finca y aceleré para dejarlo en mi plaza de estacionamiento. Apagué el motor e inmediatamente escuché a Elisa desabrochándose el cinturón y ponía la mano en el tirador del coche. Reaccioné rápido.

- Espera - le tomé de la mano deteniéndola. Giró su cabeza para mirarme. No tenía ninguna expresión, aunque sabía que estaba decepcionada - Lo siento, Elisa. De verdad, lo siento mucho.

- Ya - soltó el aire por la nariz a la vez que elevaba su sonrisa sarcástica - Pero ya está todo dicho. No te preocupes por mi. - intentó salir del coche pero la volví a detener y me miró cansada.

- Lo que ha pasado en la playa... jamás me arrepentiré.

Asintió con la cabeza mostrándome una sonrisa triste.

- Adiós, Jimin. - dicho eso, aflojé mi agarre y lentamente apartó su mano de la mía. Finalmente salió del coche dejándome solo y la vi alejarse sin mirar atrás. Miles de pensamientos invadieron mi cabeza.

¿Qué estaba haciendo?

Era tan estúpido...

Elisa se metió en la casa y, angustiado, apoyé mi cabeza en el volante. Grité dentro de él, estaba desesperado.

Elisa

Llegué al cuarto sin saber muy bien cómo me sentía después de esa noche con Jimin. Vi todas mis cosas encima de la cama, como lo había dejado antes de salir de ahí y reanudé lo que dejé a medias.

Cuando terminé de llenar la mochila de todas mis pertenencias, me dejé caer en la cama y solté un gran suspiro pensando en que todo esto se acababa ya. Iba a extrañar mi cuarto y la cómoda cama donde había dormido. A saber dónde dormiría esa noche...

No podía dormir, mi cabeza se había dedicado a recordar todos los momentos que viví desde que llegué aquí. La nostalgia ya estaba pegando duro y aún no me había marchado. El resto de la poca noche que quedaba me mantuve acostada en la cama y observé como el sol comenzaba a salir. Una sonrisa se posó en mi cara cuando escuché el maldito gallo que cantaba cada mañana y me despertaba, al final le había cogido cariño.

El airecillo entrando por la ventana a primera hora de la mañana solía hacerme taparme bajo las sabanas, ese airecillo siempre me provocaba sueño. Me quedé dormida por unas horas.

Fue el barrullo que había fuera del cuarto el que me despertó. Se escuchaba mucho movimiento y voces. La familia de Jimin estaba preparándose para la ceremonia. Me incorporé con pesadez y me quedé mirando a la nada. Alcancé el móvil que desde que llegué aquí había perdido mucho la adicción a él y comprobé la hora.

Eran la 12 del mediodía y me sorprendió lo mucho que había dormido al final, pero bueno, mejor, así podría aguantar todo el día. Ya que sería uno muy largo. Me levanté de la cama y me estiré bien. Me giré e hice la cama para dejarlo todo perfecto.

Punto y Aparte » Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora