;; 𝐀𝐍𝐎𝐓𝐇𝐄𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 ▪ ♯ 𝖺𝖼𝗍 𝗍𝗐𝗈, chapter ten : you are not my sister ଽ ꞋꞌꞋꞌ ꞋꞌꞋꞌꞋꞌꞋꞌ ꞋꞌꞋ
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VACÍO eso sentía Alysanne en su corazón ya nada para ella tenía sentido ni gracia. Todo lo importante para ella murió con su marido.
El viento movía sus cabellos platinados, mientras las lágrimas salían sin dificultad de sus ojos. El cuerpo de Lucerys se encontraba en un ataúd de mármol blanco con Drogon tras de él. Todo sucedió rápido en su mente. Las palabras del septon no lograban sacarla de sus pensamientos, rememorando una y otra vez lo vivido con su joven sobrino.
Cada instante. Cada beso.
Todo pasaba frente a sus ojos. Aún podía percibir el dulce aroma a durazno que desprendía Luke y ella adoraba respirar en las noches secretas que compartían antes de su casamiento.
Cada recuerdo era más y más doloroso.
— Alysanne —Daemon la tomó del hombro—, esperan por ti.
— No puedo hacerlo —respondió como pudo.
— Lo sé —murmuró—, pero tienes que hacerlo, era tu esposo.
— Es mi esposo —corrigió entre lagrimas.
— Estoy aquí Anne —apoyó su tío—, se que puedes.
Tomados de la mano, tío y sobrina, se acercaron al ataúd donde yacía el difunto príncipe y lo poco que Drogon logro recuperar de Arrax. Alysanne acarició el mármol con nostalgia.
— Hazlo —dijo Daemon antes de retirarse con la mirada baja.
— ¡Dracarys, Drogon! —el dragón espero a que su jinete se alejara pero no fue así, Alysanne no se movió ni un centímetro—, ¡Dracarys, Drogon! —ordenó de nuevo y esta vez, dudoso, el dragón acató la orden.
El calo rodeo a Alysanne quien, a pesar de el intenso fuego beso el ataúd. Poco a poco aquel fuego consumió el cuerpo del príncipe junto al ala de su dragón. En cambio la princesa quedó intacta, al igual que sus ropa y melena blanca.
— Ya no te siento —miró el rostro de su amado tallado en la piedra ardiente.
La joven se alejó bajo las miradas sorprendidas y llorosas de los presentes. Y no regreso. Ya no quedaba más de todo aquello, que unos ropajes rotos y esparcidos sobre el recuerdo del cuerpo de su marido, también, roto y deshecho.
Joffrey entró a los aposentos de su tía, quién se encontraba recostada en su cama, sollozando y pegando a su cuerpo la ropa que había usado Lucerys el día de su muerte.
— Prince Joffrey hen lentor Velaryon —habló el pequeño.
— Joff —se incorporó levemente mirándolo entre sus lágrimas—, ven aquí pequeño.