002

2.3K 213 92
                                    

—¡QUACKITY! ¿Dónde carajos vas? ¡Apenas y te puedes mover!—El español gritaba con furia, al pelinegro no le importaban aquellos gritos y se dirigió al armario dispuesto a cambiarse y salir de esa casa—. Está bien, al menos déjame curarte, ven siéntate, te curaré e iremos juntos a donde quieres ir. Luego iré a la casa de Vegetta, ¿quieres?—El rubio se sentó en la cama y vió como el azabache se sentaba junto a él, y asentía a aquella pregunta—. Quitáte la camisa, iré a buscar el botiquín.

—Sí, rubi. ¿Puedes llamar a mis primos por favor?—El recién nombrado quedó quieto—¿Rub, está todo bien? —se empezó a preocupar. ¿Qué le paso a mis primos? Se preguntó.


—Patito, quiero que estés tranquilo, traeré el botiquín y luego te lo diré. —Y salió de la habitación.

  Después de unos minutos el rubio llegó con la caja de primeros auxilios, se sentó donde lo había hecho antes, tomó el mentón del menor y beso su mejilla con cariño, se había preocupado mucho por él. Comenzó a curar las heridas del cuello, hombros, brazos. El de gorro no lo miraba, su vergüenza era demasiado, no sabía si era porque el rubio había visto todas las cosas que se hacía o porque estaba tocando su abdomen.

  Cuando terminó arriba, pidió al pelinegro que se acueste y, abriera sus piernas. Una posición un tanto incómoda y aún peor ya que el español se puso en medio de ellas, siguió curando y cuando terminó miró al de tez levemente más oscura tenía un sonrojo hasta sus orejas y los ojos medio cerrados, el casi albino sonrió.

—Te ves muy lindo Quack, no sé que lo es más, si tu cara roja u otra cosa.—Soltó una carcajada.

—¡RUBIUS, CÁLLATE!—Entendiendo el doble sentido de sus palabras, Rubius apretó el muslo derecho del pato, se acostó en medio de sus piernas y se apoyó en su pecho mirándolo con una sonrisa —Rubius, no vuelvas a hacer eso. Ahora dime ¿Qué les pasó a mis primos? - Rubén quitó su sonrisa y acarició la cintura de su pato sin mirarlo a los ojos.

- Luzu...Luzu los vió en la puerta de su casa tratando de abrirla pero, les era imposible. Te habían recostado en un árbol pensando que te habías dormido o algo así porque no tenías ninguna herida abierta en ese entonces. Cuando Luzu te vió ya estabas todo lleno de sangre, pensó que te hicieron daño, los atacó, y los.. los mato.— Hablaba con cuidado, tenía miedo de que el pelinegro actuara sin pensar y no lo hizo, solo lloró, lágrimas en sus hermosos ojos sin sesar.

—R-Rubius..R-Rub—.El mexicano no podía hablar bien, y el español no dejó que terminara de decir su nombre. Se acostó al lado de él y acariciaba su cabello, el menor lo abrazó, tan fuerte, con tanto miedo de que él también se fuera de su lado..que lo dejara.

—Tranquilo patito, no tienes que preocuparte. Nos iremos de este lugar, a donde nadie nos dañe—. Esas palabras le causaron un deja vú al de gorro y miró al rubio.

- N-No, no me puedo i-ir aún. Tengo que esperar a Wil.. Él me ayudará con lo de L-Luzu, estoy seguro—. Dijo en un susurro y Rubén quedó quieto, ¿Wil, quién era él?

—Patito. ¿Quién es Wil, es el que dijiste que teníamos que vigilar su llegada? —El menor asintió, y comenzó a contarle todo lo de su sueño/recuerdo a Rubius, él quedó impactado y quiso saber más del origen de su pato, muchas preguntas rondaban su mente pero, no se las iba a preguntar ahora, estaba seguro que apenas el chico podía recordar eso y, que no era el momento.

—Está bien, descansa por ahora. Iré con Vegetta y volveré contigo. ¿Si?—El menor asintió y cerró sus ojos quedándose en cuestión de segundos, dormido.

¡𝐴𝑑𝑖𝑣𝑖𝑛𝑒𝑛 𝑄𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑅𝑒𝑔𝑟𝑒𝑠𝑜́! -En Edición-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora