Era de esperar que pasase algo así, mi imprudencia por haber usado a Christian esta vez se volvía en mi contra.Hugo está equivocado y yo se lo demostraré, mi confianza con él es la que nos dan los cinco años que hace que nos conocemos, no que pueda entrar a mi despacho cuando le dé la gana.
Cuando mejor estoy con Hugo, lejos ya de mis fantasmas de Jürgen y los tíos obsesionados con mi dinero, quien la caga soy yo. He tenido infinidad de ocasiones para decirle a Christian la verdad de nuestra relación y por cobarde no lo hice.
Pero de ahora mismo no pasa.
Salgo del despacho corriendo, ya llegan el resto de los instructores. Entran hablando, e incluso riendo. Me saludan, pero yo solo tengo ojos para Christian.
Al llegar a él, lo empujo por detrás para que se vuelva y me dé la cara.
Tras un traspiés que bien ha podido tirarlo a la lona, él me mira.
—¿A ti qué te pasa?
—Jamás abriste esa puerta, ¿por qué lo has hecho hoy?
—¿Y por qué no iba hacerlo hoy? ¿Acaso ese tío es más especial que Ahmed o cualquier otro?
—¿Sabías que él estaba dentro conmigo?
La ceja levantada endurece su rostro. De repente ya no es el muchacho que creí conocer, es un hombre, uno que no dejará esta lucha en tablas y peleará por ganar.
—Quizás tenga que volver a su casa andando —dice encogiendo sus hombros.
Sigo su mirada hacia la calle, a través de los cristales. El coche de Hugo está aparcado justo delante de la puerta del gimnasio con las dos ruedas, que al menos veo, vacías. No dudo que las otras dos estén iguales.
—Tanto músculo te pasa factura al cerebro, gilipollas —dice Hugo y sin esperar reacción alguna golpea a Christian.
He de meterme en medio de ambos para que no vaya a más, todos sabemos que Hugo perdería. Pero no hará falta separarlos, nos quedamos todos helados cuando alguien entra chillando en el gimnasio que han atropellado a un perro pequeño.
Como acto reflejo miro mi oficina abierta, con un poco de habilidad Bimbo pasa desapercibido.
¡Qué coño!, ¡es un chihuahua enano, pasa desapercibido siempre!
Y entonces veo que la puerta del gimnasio también estaba abierta.
—¡¡No has cerrado la puerta del despacho!!
Cuando Hugo entiende lo que digo, sale corriendo al exterior. Yo me quedo paralizada. No quiero salir, si me encuentro a Bimbo...
No, no quiero ni pensarlo.
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A golpes contigo
RomanceDe un lado del cuadrilátero, Hugo Serra, 34 años, abogado de profesión y tan sexi que acabarás por rendirte ante él. No cree en el amor y considera que el sexo es un intercambio de favores, por eso él ofrece su tiempo, su cuerpo y sus caricias a un...