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Mi padre me hizo esperar en el coche, y ahora entiendo por qué

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Mi padre me hizo esperar en el coche, y ahora entiendo por qué.  Hugo estaba ahí.

     Yo sé defenderme solita. Solo necesité de él una vez, pero fue por ignorancia, no por debilidad, ojalá y hubiera sabido a tiempo lo que pretendía hacerme Jürgen, porque ya te puedes figurar lo que le hubiera dado yo en vez de dinero. 

     —Sabes que he vuelto por él, y tú vas, y lo asustas.

     Reconozco que, desde mi más puro egoísmo, no solo he regresado a España por Christian, sino por mi propio beneficio. Fue oír a Daniel decir que Hugo estaba metido en todo esto y no lo pensé un segundo, que para algo dispongo de avión privado. Una cosa era no querer hablar con él por teléfono a miles de kilómetros, porque no podría correr a su lado al escuchar su voz, y otra muy distinta no reconocerle el esfuerzo para acercarse a mí, para verme como me prometió. 

     Durante el vuelo de regreso he estado pensando en Hugo como no había hecho hasta ahora, de manera objetiva, madura y civilizada, no desde la obsesión que me provocaba su ausencia o su rechazo. También aproveché para recordar cada uno de nuestros días, juntos, con lágrimas en los ojos algunos, con una risa melancólica otros. 

     Y al fin me he dado cuenta que en ningún momento, ninguno, pudimos separarnos del todo. No hemos dejado de querernos, en definitiva. 

     Porque cada vez que él se negaba a regresar conmigo antes ya me había hecho el amor en una entrega sincera. Incluso diciéndole yo tantas burradas que pudieran herirlo o avergonzarlo de su pasado, Hugo no quiso dejarme nunca. 

     Lo que hizo que me estremeciese por el descubrimiento en sí. 

     Se comprometía con Marta por algún extraño y siniestro favor que le debe a ella y que todavía no alcanzo a entender, pero que voy a descubrir.  

     He regresado por él. Por eso no voy a dejar que mi padre se entrometa cuando yo quiero verlo para descubrir la verdad. 

     Es cierto que no me sentó nada bien saber que el hombre del que estoy enamorada esta vez se casa con otra, pero ahora mismo, ni yo misma estoy segura de que él vaya hacerlo. Por este motivo le pido que confíe en mi elección una vez más. Es mi vida, y si por algo amo a mi padre es porque siempre me dejó tomar mis decisiones, equivocadas o no, duquesa o no. 

    ¿Qué mosca le ha picado hoy, entonces, para no dejarme ver a Hugo? 

     —Schatz, cambia esa cara. Solo me estaba asegurando. 

     —¿De qué, de espantarlo del todo? 

     —Se compromete en pocos días, hija. No irá muy lejos. 

     Miro a mi padre con ganas de saltarme el protocolo y mandarlo a paseo. No necesito que me recuerde semejante ofensa. 

     —Eso todavía está por verse. 

A golpes contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora