Capítulo 3: Hermanos.

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—Levántate, es hora de comer. —dijo Yeonjun, moviendo levemente al menor que andaba en su quinto sueño.

Se había encargado de ir a cazar, llevando a la casa dos grandes liebres, las cuales se encargó de preparar para ponerlas al fuego, guardando todo lo que pudiera serle de utilidad.

Beomgyu miró perezoso y con ojos entrecerrados al tigre parado a un lado de la cama. No dijo nada y solo alzó sus brazos, para que lo cargara como si fuera un bebé. Yeonjun alzó una ceja en modo de interrogación, pero el lobo no parecía querer rendirse. Sin otra opción, Yeonjun cargó al omega entre sus fuertes brazos y así lo llevó hasta afuera, en donde la carne ya estaba lista sobre el fuego.

Beomgyu se sentó en uno de los pequeños troncos que usaban de asiento y esperó paciente por su trozo de carne. Una vez ambos estuvieron acomodados y con su porción de comida, se dedicaron a comer.

La noche era fresca y tranquila. Beomgyu alzó la vista admirando la casa. Era de dos pisos, toda de madera. Tenia pinta de tener ya unos cuantos años y de haber sido hecha con esfuerzo. Le gustaba, era acogedora y tenía un lugar aparte dedicado exclusivamente al trabajo de Yeonjun. Además, estaba a un lado del camino que seguro llevaba a algún centro de mercadeo. Cerca estaba el río, era perfecta para vivir allí con su alfa y tener cachorros.

—¿A qué te dedicabas en donde vivías? ¿O eres un mimado que no hacía nada? —preguntó Yeonjun.

—Mmm... —pareció pensar por un momento, dudoso.— Solo ayudaba en la manada, en lo que fuera. A cuidar los cachorros, a hacer la comida, a cosechar, a juntar la leña... no sé.

—¿Y cuántos años tienes?

—Dieciocho.

—Ahora entiendo porqué no recuerdas nada. Tú solo tenias cuatro años cuando nos conocimos.

—¿Estás seguro de que me conoces y no me confundes con nadie?

Yeonjun largó una risita: —¿Alguna vez viste a otro lobo totalmente blanco? Eres el pequeño lobo con que que solía jugar a la orilla del río.

—Pues no, a veces hasta creo que soy el único... —bajó la mirada, consciente de lo raro que era su aspecto albino.

—Nunca he visto a otro, así que eres tú. Además... vienes de la misma manada de lobos. Más coincidencia no puede haber. —observó como Beomgyu seguía perdido en sus pensamientos.— Jamás te olvidé. —tomó el mentón del menor con delicadeza, logrando que lo mirase.

—Me apena no poder recordarte...

—No importa. Es un milagro que te haya vuelto a ver. Creía que jamás lo haría.

Beomgyu sonrió ante el hecho de que aun luego de tantos años el tigre lo recordara con tanto cariño, aunque él no fuera capaz de hacerlo. Aunque por un lado no sabia si creerle del todo, pues creía que se acordaría de un tigre en su vida. Era la primera vez que estaba junto a uno, quien ahora era su alfa y posible futuro padre de sus cachorros.

—¿Y a qué jugábamos? No recuerdo haber cruzado alguna vez el río. —mencionó el lobo.

—Si lo hacías. Cuando te aburrías de estar al otro lado, venías y jugábamos a las escondidas, o sino a las mordidas. Aunque claro, eras tú el que me mordía.

—¿En serio te mordía? —rió.

—Eras un lobito muy activo y eras lindo en tu forma animal mientras lo hacías. Tu cola siempre ha sido esponjosa y linda.

Beomgyu se levantó de donde estaba y se sentó al lado del alfa, acurrucándose en él aprovechando que ya habían terminado de cenar.

—¿Y ahora?

presa fácil | YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora