Caminaba directo a la sala de juntas. El maestro Mao había olvidado allí un pergamino que, en medio de su lección, le resultó interesante mostrárselo a _____. Quería conocer su opinión.
La ponía nerviosa que poco a poco, fueran queriendo conocer su punto de vista. A veces los tenía, otras les faltaba información o simplemente no sabía cómo ponerlo en palabras.
Movió un poco sus hombros y cabeza, tratando de relajar el cuerpo. La noche anterior, además de llorar, apenas había descansado bien por dormirse sobre la mesita de su habitación. Ya quería que llegara pronto la hora de dormir.
Abrió la puerta de su destino para detenerse en el acto. Recién se percataba de que había gente allí dentro.
—¿Quién es?
Era Qin Shi Huang.
—Lo siento, su majestad. No era mi intención llegar así.
Abrió la puerta para realizar una reverencia. Si mal no había visto en ese segundo que inspeccionó a su acompañante, se trataba del general Jian de la otra vez.
—Oh, eres tú, señorita _____. ¿Qué necesitas?
Parecía no importarle demasiado el tema de conversación con aquel presente.
—Venía a buscar algo que el maestro Mao olvidó.
—Bien, adelante. Búscalo tranquila.
—Gracias, su majestad.
Se incorporó para comenzar con la búsqueda, evitando mirar en dirección de los dos hombres. Tampoco quería parecer más entrometida de lo que estaba pareciendo hasta el momento.
—¿Entonces, majestad?— oyó que preguntaba el mayor de los que estaban en esa sala.
—Ya te he dicho que no. Eres uno de mis mejores generales, el mejor en verdad. Y no desearía que me hicieras enojar— esta vez era el emperador, a quien imaginaba con su típica sonrisa de despreocupación.
—Su ma-...
—Es la segunda vez que me pides esto y tu insistencia podría llegar a irritarme.
—No lo entiende, hay que-...
—Lo haremos, en unos diez años. ¿Lo deletro? ¿Quién es el rey? ¿Tú... o yo?
El joven de vestimentas extravagantes lo señaló al de armadura primero para luego a sí mismo.
_____ sentía la tensión en el ambiente mientras estaba buscando en unos estantes o por la mesa central lo olvidado por el anciano. Prefería no estar allí. Lo que más le llamó la atención, era la ausencia de algún guardia en protección del emperador. El general malhumorado no parecía ser una persona en lo más mínimo pacifista.
Sin nada que decir, dio media vuelta para marcharse de allí, juntando la puerta con fuerza. Eso sorprendió a la muchacha que se sobresaltó, mirando por cortos segundos por sobre su hombro en esa dirección.
—¡Así se rompen las cosas!— exclamó aún con una sonrisa Qin Shi Huang, como si lo provocara.
Dejó escapar aire con cuidado de sus fosas nasales así seguir con lo suyo. Pero ahora a solas con aquel hombre tan importante. Ya no sabía qué situación le ponía los nervios más de punta, la anterior o esa.
—¿Esto se le habrá olvidado al maestro Mao?
Vio como un pergamino le era mostrado frente al rostro. Pestañeó un par de veces para asentir.
—Sí, su alteza. Muchas gracias— lo recibió al tiempo en que hacía una inclinación de cabeza.
—No es nada. Ya estaba por ir a buscar al maestro Mao para llevárselo, pero justo llegó el general Jian. ¡Todo un dilema!— y soltó una estruendosa carcajada.
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MUJER |Qin Shi Huang y tú|
FanfictionSaltar de una realidad a otra tras la muerte de su padre, no era algo que deseaba, pero que temió que quizás sucedería. Y había algo que agravaba la situación: era una mujer. ¿Una mujer entre tantos hombres con años de conocimientos? Pero, fuera qui...