Capítulo XVI

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—Mejor ya vete, general Jian, antes de que esto empeore— agregó el de cabellera negra, cruzándose de brazos, completamente seguro.

_____ cargó su siguiente flecha para volver a apuntar.

El general quedó sin habla. Terminó parándose bien para pasar una mano por su rostro, viendo como este sangraba. Miró como la muchacha avanzaba hasta terminar a un lado del emperador.

Seriamente los vio a ambos para girarse a salir de allí, pero deteniéndose unos segundos a ver como la flecha anterior se había clavado profundamente en la puerta.

Cuando estuvieron finalmente solos, ______ aflojó el agarre para girar a ver el muchacho que había regresado a ella, aún sonriendo.

—¿Se encuentra bien, su alteza?— preguntó preocupada.

—Bien, me encuentro muy bien— y posó una mano en su cadera —. Admito que cada vez más me sorprende. Dime —y se inclinó en su dirección —, ¿tenemos nuestros destinos juntos?

Ante su pregunta, el calor en sus pómulos no tardó en aparecer. Trataba de mantenerse serena por aquello.

—Estoy para servirle, su majestad, y cuidarlo también.

Fue todo lo que se le ocurrió responder. Recibió una risa por su parte mientras regresaba a su postura anterior.

—Te recomiendo que para la próxima no lances muy cerca de mi oreja. ¡Pensé que la perdía!— y soltó otra carcajada.

—Disculpe, en verdad, solo pensaba asustarlo al general de esa forma— apenas hizo una reverencia, avergonzada.

—De cualquier forma, yo me hubiese encargado de él con mis propias manos.

—Nadie puede faltarle el respeto, su majestad.

—Exacto— asintió sonriente.

La puerta abriéndose de golpe los sobresaltó a ambos. De nuevo era el general Jian y, en una de sus manos, cargaba con la punta de la primera flecha.

Sin pensar mucho y con la idea de solo asustarlo, tiró de la cuerda para que la nueva flecha terminara por el suelo. Pero consiguió que se clavara en uno de los pies del hombre que soltó un fuerte alarido. Ante aquello, la joven quedó impactada.

Por eso mismo, no vio cuando el general lanzó la punta de la flecha en su dirección, la cual fue detenida por la mano del emperador frente al rostro de la muchacha que al fin reaccionó a eso.

Qin Shi Huang bajó su puño cerrado para posicionarse frente a _____, ya habiendo borrado su sonrisa.

—¡Su alteza! ¡¿Se encuentra bien?!— exclamó uno de los tantos guardias que llegaron.

—¡Maldita mujer!— gritó el general Jian, agachándose a agarrar su pie y ver toda la sangre que llevaba perdiendo.

—Lleven a encerrar a este hombre. Yo mismo me haré cargo de él más tarde.

Dio media vuelta, aún cubriendo a _____. Colocó con cuidado su mano libre en la parte baja de su espalda, para sacarla de allí pronto.

—General Jian.

Lo llamó segundos antes de salir, deteniendo el paso frente a la puerta de escape. Ante ello, todos allí quedaron callados.

—Te enseñaré no solo a respetarme, sino también a respetar a una mujer, sobre todo a la señorita _____.

Y salió de allí con la nombrada, que sentía el corazón latirle en la boca por todo lo pasado. Mientras que Qin Shi Huang dejaba una gota de sangre que había resbalado de su mano cerrada.

MUJER |Qin Shi Huang y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora