Capítulo 1: El brujo loco

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NOTA INICIAL DE LA AUTORA: Tras un breve tiempo desaparecida en el que mi inspiración desapareció, así como mi tiempo para escribir, vuelvo con una nueva historia con nuestros personajes de Bleach más queridos en mis historias. Es un proyecto que prácticamente lo acabo de empezar, reconozco que me ha costado mucho regresar y a ver si tengo fuerzas para continuarlo y que mis ideas no desaparezcan, tengo mucha ilusión por saber vuestras opiniones al leer esta temática nueva, que, tiene muchos guiños de mis anteriores fics que seguro las veteranas reconocéis enseguida y espero que lo disfrutéis :)

Aviso: Lenguaje y sexo explícito, teorías fantásticas, mpreg, no acto para sensibilidades ni prejuicios de ningún tipo.

Sin más, os invito como siempre a disfrutar una nueva historia, que ahora quiebra mi cabeza de  nuevo para plasmaros mis emociones y sentimientos en papel.


MALDITOS

Capítulo 1: El brujo loco

**Starrk**

-Arf...ah...ah......-

Suspiros entrecortados salen de mi atorada garganta, ardiente y seca expulsando el vaho frío de la oscuridad de la noche mientras miro a mi alrededor en soledad. El corazón me late a una velocidad inhumana, preso de la excitación tras mi arranque salvaje y asesino por la dantesca escena que hay a mis pies.

Varios cuerpos de hombres. No conocía sus rostros ni sus nombres, simplemente recuerdo sus risas. ¿Cómo tuvieron el valor de tocarme los huevos mientras bebía tranquilamente en un antro de mala muerte? Por más que siempre intente pasar desapercibido al final me termino metiendo en líos cuando mi temperamento animal sale a la luz. Odio esta vida. Odio a todo el mundo. Me odio a mí mismo.

- ¡Eh tú!!!- entrecierro los ojos gruñendo por la molesta claridad de unas luces que iluminan mi angustiado rostro. Varios policías jadean al ver la sangre en mi ropa, en mis manos, incluso algunas salpicaduras que tiñen mi faz, con algunos de mis mechones ondulados aun goteando diminutas gotas de sangre. Maldición.

-No he sido yo- no sé cuántas veces he repetido esas palabras desde que mi vida humana terminó hace años. Siglos podría decir incluso, pero aún puedo confesar la verdad sin sentirme culpable por mis atroces actos. Sí, son mis manos las que los ejecutan, pero no mi mente. No es algo que pueda controlar ni cambiar, pero ya pasé la fase de la histeria por ello y ahora sólo me queda la resignación. Resignación de ver cómo me agarran las muñecas para esposarme y meterme en un furgón policial para llevarme arrestado a la comisaría, donde me veré obligado a esperar. Siempre esperando....

-Así que tú no mataste a esos hombres pese a tener su sangre encima y la boca ensangrentada tras haberlos desgarrado a mordiscos ¿no es así, señor...? -

-Nadie. Soy un muerto viviente, no tengo nombre- el policía empieza a exasperarse por mi pasividad y ganas de seguirle el juego con un interrogatorio que sólo me llevará a donde siempre. A prisión una temporada para luego escaparme cuando me venga en gana y mudarme de zona para que no me reconozcan.

Me quedo sentado en la silla de la sala cuando el policía es llamado para que salga y veo como habla con otro compañero mirándome de reojo con impotencia. Pobres idiotas.

-Disculpen- un escalofrío recorre mi espina dorsal, de abajo arriba cuando escucho esa voz susurrante que por muchas veces que ya la haya oído antes, siempre me causa la misma reacción.

-Vengo a buscar a mi mascota- gruño al oír eso y los policías se miran extrañados hasta que el hombre que está frente a ellos, vestido con ropas occidentales similares a las mías, extiende el brazo señalándome con su dedo índice. –Es ese de ahí. El idiota de pelo castaño y ojos celestes, Coyote Starrk-

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