Capítulo 3: El brujo desesperado
**Byakuya**
Ahueco algunos de mis mechones negros con mis dedos, carraspeando delante de la puerta del piso de mi hermana tras haber llamado al timbre. Aprieto fuertemente el ramo de flores que he traído y muestro ante los ojos de Rukia que se iluminan sonrientes. Ah, dioses...la quiero tanto...es la única hermana que nunca me ha visto como una amenaza, más que nada porque ella es inocente e inconsciente del todo tema mágico y eso que también es hija "de la oscuridad", pero nunca ha manifestado ningún poder maligno ante mi padre y el resto de la familia, por lo cual siempre la he considerado neutra. No somos un peligro entre nosotros y eso me alivia a la vez que me reconcome la conciencia de pensar en cómo mis pensamientos y sentimientos la traicionan....
-Nii-sama, que alegría recibir tu visita, no te esperaba-
-Quería saber si Abarai está bien- veo como frunce el ceño al oírme hablar tan decidido. -Me cubrió y salió herido, por eso...- Rukia y yo miramos a la vez hacia atrás cuando vemos salir a Renji con un pantalón tipo pijama de andar por casa sin nada encima mostrando su hilera de tatuajes tribales lo cual me hace mirarle impactado.
-Kuchiki-san...- aprieto los dientes cuando me llama de esa forma y veo que parece algo cohibido al estar vestido con tan poca ropa. No habrán sido capaces de...no...Rukia le prometió a mi padre que llegaría pura al altar, bueno, en realidad me lo juró a mí ya que a mi padre le importa bien poco esto, pero...
-Rukia...espero que no hayas faltado a tu promesa o me decepcionarías...- mi voz suena mucho más ronca y con un tinte celoso que no puedo dominar. Veo que la piel desnuda y morena de Renji se eriza al ver cómo mi fiera mirada se clava en la suya. –Si has tocado a mi hermana antes de la boda, te...-
-Nii-sama, tranquilo...- bajo la mirada hacia Rukia cuando apoya sus pequeñas manos sobre mi pecho. –No tienes nada de lo que preocuparte, Renji me respeta y lo hará hasta que estemos casados- suspiro intentando calmarme dándome cuenta del ridículo que he hecho por el modo en que me miran y doy un par de pasos hacia atrás para salir hasta que Rukia me detiene con su voz.
-La boda es la próxima semana, nii-sama- abro los ojos sintiendo que el corazón se me detiene en ese mismo instante. –Sé que es precipitado...pero padre piensa que no hay que dilatar lo inevitable y que tú te alegrarías- aprieto los puños maldiciendo mentalmente a mi odioso padre y asiento con la cabeza incapaz de mirarlos cuando pido un taxi para ir a la casa familiar Kuchiki, notando que mi energía blanca me está rodeando peligrosamente y más cuando piso las flores muertas del jardín de la casa y revivo toda la naturaleza a mis pies.
-¡¡PADRE!!! ¡sal ahora mismo! - nada más gritar jadeo cuando salgo despedido cayendo al suelo al recibir el impacto de una neblina negra que se desintegra en el aire para ver unos intensos ojos rojos ante mí que me miran sin ningún sentimiento más que la rabia en su iris. Ese rostro quince años más joven que el mío...pero con un aura tan oscura como peligrosa, fiel retrato del que todos llaman y temen. El rey oscuro....
-No eres bien recibido, nii-sama...-
-Apártate. Esto no va contigo- veo que no tiene ninguna intención de moverse y al incorporarme, intento andar al frente, pero de nuevo jadeo, esta vez más desgarrado cuando noto que algo me azota la espalda, arrancándome la ropa y me deja una señal en mi piel tras haber sido golpeado con un látigo negro.
- ¿No has oído la primera advertencia, Byakuya? - veo de reojo a otro de mis hermanos, moreno y de ojos verdes que sostiene el látigo con fuerza entre sus dedos. - ¿Para qué buscas a padre? ¿no te cansas de depender de él? -
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"MALDITOS"
أدب الهواةSueño tu boca cada anochecer. Recuerdo cada aliento, cada suspiro, cada sílaba susurrada de manera candente y cantarina. Tus labios destilando amargura, traición. El nacimiento de una maldición. Oscuras noches, lúgubres luces, cánticos de adoración...