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Revolvió su café con una cuchara de manera precavida. Su visita frente a él lo miraba con un aura divertida. Se encontraban en la sala, cada uno en extremos opuestos, solo separados por la pequeña mesa para café.

—¿Estás molesto? Pareces molesto.

Luzu lo miró sin expresión alguna, solo golpeando la cuchara en el borde de la taza para retirar el líquido.

—¿Por qué tendría que estar molesto?

Willy se encogió de hombros, bebiendo su propio café con una sonrisa.

—No sé, porque ayer me la pasé hablando con tu chico...

Luzu bufó una risa.

—No es mi chico, Willy —aclaró—, además él puede hablar con quién quiera. No tendría que molestarme —tomó un sorbo de su café, mirando a su amigo cómo si no entendiera el punto de la conversación.

—Solo digo. Pareces demasiado enganchado con él y apenas se conocen —dijo con un tono de burla notable—. ¿Una cena? En verdad, ¿no te parece muy rápido?

Dejó la taza sobre la mesa con suavidad mientras negaba, sentándose con más comodidad sobre el sillón.

—¿Es muy malo que quiera cenar con alguien que me parece interesante? Así funcionan las amistades.

—Sí, y te lo creería si en verdad quisieras solo una amistad con él.

Luzu sonrió sin poder evitarlo, cómo quién era descubierto en medio de una travesura.

—Aún no lo sé —confesó y tomó su taza nuevamente—. Su mente es brillante y las cosas en las que estamos de acuerdo son todo lo que he buscado en alguien.

—Además es muy guapo.

Rió mientras bebía el café.

—Créeme, lo sé, y esa es la parte menos interesante de él cuando lo escuchas hablar —suspiró mientras miraba hacía abajo—. Pero no lo conozco, es verdad. Para eso es la cena.

Willy asintió con comprensión, aún encontrando bastante cómica la forma de actuar de su amigo. No podía culparlo, entendía lo que había cautivado sus sentidos, y aunque él no encontrara aquello tan encantador como Luzu parecía sí hacerlo, podía ver sus razones.

—Asegurate de no espantar al pobre chico —le advirtió—, si no estoy seguro de que no habrá segunda cita.

Luzu sonrió, pero asintió sin dudarlo. Willy tenía razón, debía ser cuidadoso si quería descubrir más de Quackity.

***

El único "hotel" bueno en el pueblo le pertenecía a una pareja joven, Juan y Ari, que eran mucho más agradables de lo que Quackity imaginó. Le habían dado un cuarto impecable, lo habían dejado quedarse el tiempo que quería y también lo dejaron pagar con lo que tenía en ese momento.

Así no tuvo que preocuparse hasta la mañana siguiente de camino a casa de Sara. Habían acordado verse ahí solo para usar la necesidad de más ropa como excusa por si alguien relacionado a Luzu lo encontraba.

Rubius se había vuelto loco cuando Quackity les había mencionado la cena. Mintió y les dijo que el acercamiento fue amistoso, aunque él sabía perfectamente que eso no era así. El alcalde no quería hacerlo su amigo más cercano, más bien buscaba conocerlo. Aquello le quedaba muy claro.

Habían decidido que juntarían un poco de la información que había conseguido Quackity y que usarían su amistad como una ventaja. Después de todo, no había forma de que Quackity llegara a sentir remordimiento por alguien como Luzu, estaba seguro de ello.

A Sus Pies {Luckity}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora