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El alcalde se sentó en el borde de su cama mirando a Quackity buscar entre su botiquín. Suspiró sintiéndose adolorido, simplemente quería descansar y no pensar más sobre todo el desastre allá afuera.

Lo único bueno de ese día había sido como Quackity al fin había aceptado su cortejo.

—Listo —dijo el chico, arrodillándose para estar a la altura de Luzu antes de sostener su rostro con cuidado—. ¿No te duele mucho?

Luzu negó con la cabeza. Quackity colocó un antiséptico en el algodón y después de inspeccionar un poco más las heridas, presionó el algodón en la más profunda, justo en la mejilla del chico.

El alcalde siseó con dolor.

—Perdón —murmuró en voz baja.

—No, está bien.

Quackity trató de ser más cuidadoso de todas formas, asegurándose de no presionar muy fuerte o de dejar que demasiado antiséptico cayera en la herida de una.

—¿Cómo te hicieron esto? —decidió preguntar.

Luzu suspiró tratando de ignorar el terrible dolor y se encogió de hombros.

—La mayoría fueron por más vidrios rotos. Solo una fue por una piedra, creo que es la de la mejilla.

Volvió a inspeccionar la herida de la mejilla, y sí, se veía lo suficientemente mal cómo para que la teoría de la piedra no sonara tan loca. Sintió pena y culpa. Mucha culpa por todo lo que había estado haciendo.

Mientras intentaba no enfocarse en ello se aseguró de que Luzu no pasará por demasiado dolor con las heridas. Aún había muecas y quejidos, pero nada muy grave. Aunque, sí, Luzu estaba demasiado perdido en su mente cómo para siquiera pensar en ello.

—¿En que piensas?

El alcalde regresó sus ojos a él y con una sonrisa triste murmuró.

—Sigo pensando en lo que te dije antes. Sobre hacer las cosas bien —dijo sin muchas ganas, solo permitiendo que Quackity siguiera cuidándolo—. A veces quiero detenerme y...no me arrepiento porque sé mis razones, pero no estoy seguro.

Quackity se detuvo por un momento, observándolo con pena y un dolor que solo crecía. Sabía cuál era esa sensación. Tener tu mentalidad puesta en algo solo para descubrir que trae más problemas que beneficios.

Por algo terminó casi desangrado en una cabaña en las afueras de Karmaland.

—Te entiendo, en verdad, Luzu —dijo colocando algunas curitas donde era necesario para proteger las heridas—. Lo hago en serio.

Pero Luzu parecía reacio a creerlo o aceptarlo. Miraba a Quackity buscando respuestas y haciendo muchas preguntas silenciosas que Quackity quería evadir.

Pero se sentía vulnerable frente a ese chico que parecía quererlo a él y solamente a él. No podía simplemente ocultarse de él toda la vida y huir de su pasado junto al chico con quién ya había imaginado un futuro.

—¿Puedo decirte la verdad? —dijo inseguro, mirando a Luzu directo a los ojos antes de confesar—. No tengo nada, todo lo perdí. Mi imperio y mi hogar y...y todo lo que quería antes, ya no existe.

Bajó la mirada mientras intentaba deshacerse de las lágrimas que picaban en sus ojos y huía del posible rechazo del alcalde.

—Me traicionaron, me quitaron todo y yo...no sé, solo llegué aquí y... —limpió sus ojos con sus palmas con frustración—. Lo siento. Te mentí y no...no creí que...

—Quacks —lo detuvo tomando sus muñecas con gentileza y evitando que escondiera su rostro en sus manos—. Mírame, por favor.

Quackity lo miró, el miedo aún creciente en sus ojos. Luzu no perdió tiempo antes de soltarlo solo para poder limpiar sus mejillas con delicadeza.

A Sus Pies {Luckity}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora