𓅊,, 𝑻𝒐𝒅𝒐 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆𝒓𝒂 𝒏𝒂𝒓𝒓𝒂𝒅𝒐 𝒂𝒒𝒖𝒊 𝒅𝒊𝒇𝒊𝒆𝒓𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅
── ¡Todos, rindan sus honores al magnífico rey, a Horus vivo en la tierra, al dueño y señor del Alto y del Bajo Egipto...! ──cada ser humano reunido en aquel lugar se inclinaron o hasta se arrodillaron delante de él, el hombre más grande y más poderoso de la historia, de encantadora apariencia y de penetrante mirada azulada── ¡Ramsés, nacido de Seti I y Tuya, amado por Ra y bendecido por Horus y Osiris!
── ¿Se supone que ese...payaso esta gobernando Egipto ahora? ──sus risas eran porque verdaderamente le daba tanta gracia todo este espectáculo y porque no podía aún el creer que el trono que alguna vez tanto batalló y quedó en manos de su atolondrado sobrino había sido tomado por un simple humana de insignificante poder.
¿Eso no hace las cosas más fáciles?
Volvió a Egipto después de su larga gira por el mundo con intenciones de acabar con la época de gracia, la muerte parecía cada vez más tentadora para él, pero al no haber Dioses alrededor que puedan sellarlo permanentemente...¡le da una posibilidad muy buena para devolver su poder a sus manos!
Egipto bajo su poder una vez más no deja camino a los demás para destruirlo, sino para devolverle todo lo que le arrebataron en su castigo.
── Esto es tan encantador. ──comentó en voz alta mientras su mirada no se desprendía de él, el muchachito de rubios cabello que era llevado en un hostentoso trono de oro puro capaz de ser movilizado por cinco hombre fuertes──. Deshacerme de ese humano será tan fácil. Será como aplastar a una hormiga con un dedo.
── ¡Alaben al rey, alaben al rey! ──repetía una y otras veces el sacerdote. El confeti de color carmesí voló por los aires, las banderas del mismo tono de igual y las hermosas joyas que tiraban por el camino en el que él estaba pasando eran tomadas por otros hombres y guardadas para ser enviadas a las muchas pirámides de supultura de Ramsés. Él marcharía al otro mundo con una enorme fortuna eh innumerables bienes.
Seth observó más allá. El camino se dirigía hacía el gran palacio de los dioses, tal vez la nueva residencia de los usurpadores.
Se encaminó hasta ese lugar y con gran agilidad logró infiltrarse dentro de lo que alguna vez fue su hogar. Todo había cambiado demasiado. Aunque las estructuras fuesen las mismas de siempre, lo que alguna vez fueron los hermosos linos tegidos por las talentosas manos de Tait habían sido reemplazados por otros simples y poco atractivos. Las encantadoras flores y plantas que se unían a las paredes y que alguna vez fueron creadas por las asquerosas manos de su hermano mayor desaparecieron (aunque de ello poco se lamentaba de igual) En cada rincón había una estatua, una aterradora estatua mal hecha de los dioses y con apariencia de animales. Era algo perturbador.
── ¿De dónde sacaron este fanatismo de venerar a pedazos de piedra? ──se preguntó en voz alta.
Tuvo cuidado de ser descubierto por unos sirvientes, afortunadamente creció dentro de ese palacio asique conocía cada lugar y posible escondite muy bien──. Hay más sirvientes de lo normal. ──opinó. Ese pasillos en el que se hallaba aún atrapado era muy poco concurrido, recuerda muy bien que amaba estar allí por la soledad del lugar. Su habitación se hallaba unos pocos pasos más adentro de él──. Será que...ese ser insignificante...Cuando tuvo oportunidad se salir de allí corrió directo a su habitación. O lo que alguna vez fue su habitación. Cuando contrajo matrimonio con Nefhtis lo primero que hizo fue mudarse a un dormitorio...más a la situación. Este lugar pasó a ser parte del resguardo de sus innumerables armas de combate, si este ser humano idolatra de sí mismo se había atrevido a tocar aunque sea una sola de sus preciadas armas...sería rey muerto.
«Es peligroso entrar ahora» pensó deteniendo su mano de abrir las puertas «Maldita sea, tendré que esperar a que caiga la noche para deshacerme de ese hijo de perra»
Tenía que ser paciente.
Todo tenía que salir bien. Nada podía fallar.
── Apresurense, el rey odia que se retrasen. ──oyó las voces de los sirvientes acercándose al lugar. Él actuó una vez más con rapidez y se ocultó entre las sombras del pasillo.
Varias mujeres llegaron en compañía de un hombre pelirrojo. Esté tocó la puerta en señal de que ingresaría y, en compañía de todas las mujeres, entró a la habitación.
«JA» una posible idea llegó a su cabeza.
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𝐏𝐇𝐀𝐑𝐀𝐎𝐇 . ENNEAD✓
Hayran Kurgu"𝗣𝗼𝗱𝗿𝗮𝘀 𝗵𝗮𝗯𝗲𝗿 𝗴𝗼𝗯𝗲𝗿𝗻𝗮𝗱𝗼 𝗘𝗴𝗶𝗽𝘁𝗼 𝗮𝗹𝗴𝘂𝗻𝗮 𝘃𝗲𝘇, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗮𝗵𝗼𝗿𝗮... 𝗻𝗼 𝗲𝗿𝗲𝘀 𝗺𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘂𝗻 𝗽𝗲𝗿𝗿𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗶𝗲𝗿𝘁𝗼" Ramsés I, gobernante del Alto y del Bajo Egipto. Hijo menor del ex gobernante S...