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Aún no lograban asimilar nada de lo que había ocurrido. Mi mejor amiga besando a mi novio.

Sin embargo, ahora si que tenía otra cosa en que pensar. En el dolor intenso que sentía en todo el cuerpo.
Tirada en el suelo y mojada por la lluvia que cada vez aumentaba más.

Mi cabeza poco a poco dejó de girar y pude centrarme en la cara que estaba frente mío.

Pelinegro, ojos verdes.

- ¿Estas bien? - me repite el chico buscando mi mirada.

- Tú...- susurro mirando su ropa bien. Era el mismo chico que me dejó entrar - Tú otra vez.

- Si, yo tampoco estoy alegre de verte - me dice analizando mi cabeza.

- Pero me viste - puntualicé, ya que creí que apenas me había visto en la entrada.

- Si - me dice como algo obvio mirándome a los ojos - ¿Estas bien?

Solo asiento la cabeza girando a ver a mi alrededor. No sabía ni a donde estaba corriendo.

Estaba en la calle trasera de la puerta principal de la discoteca, exactamente en la puerta trasera. De esa puerta salió este hombre corriendo del lugar chocando conmigo haciendo que me estrelle contra el auto que estaba en la pista a mi lado golpeándome la cabeza.

Ahora el dolor se volvió real y apoyé mi mano contra mi cabeza.

- ¿Te duele mucho? - preguntó y yo asentí nuevamente - Oh no, esto esta mal. Esta muy mal.

- ¿Está muy feo? - murmuro casi gritando. La lluvia aumentaba cada vez más y la bulla igual.

- Creo que se te hará un chinchón ¿Cómo se te ocurre correr bajo la lluvia, y en tacones todavía? - me pregunta indignado.

- Tú también estabas corriendo bajo la lluvia - lo acuso sosteniéndome más fuerte la cabeza - Y ni siquiera recibo unas disculpas.

- Yo no corría en tacones - me corrige. Me mira bien y como estará mi cara que su ira se esfumó y se suavizó - Disculpa. Presiónalo fuerte ¿si? - me pide y me sostiene las muñecas - Vamos párate.

Mi vestido estaba empapado igual que todas mis piernas y trasero que estaba sentado en el húmedo y probablemente sucio suelo.
Con mucho esfuerzo me apoyo en él poniendo mis pies firmes en el suelo, notando que un pie apenas lo puedo mover.

- ¡Ay! - exclamo sentándome de nuevo.

- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? - busca mi mirada preocupado - ¿Tu cabeza? - niego con la cabeza y señalo mis pies - ¿Tu pies? ¿Te duele mucho cuando lo apoyas?

Solo asiento tragándome el dolor. El dolor de todo mi cuerpo en si que ya aceptó la tremenda caída que tuve. Sabía que me dolería y saldría moretones un buen tiempo.

Saco mi mano de mi cabeza y me estiro hacia mis pies sacándome los malditos tacones.

-¡Malditos zapatos! - grito desesperada por quitármelos, ya que se habían atracado.

- Déjame te ayudo - me dice desabrochándolos para luego quitármelos y sosteniéndolos - Ya, apóyate en este pie sano rápidamente para que abra la puerta y puedas sentarte.

- ¿A donde? - pregunto sosteniendo nuevamente mi cabeza.

- A mi auto, no te voy a dejar aquí - me lo dice como algo obvio, me observa bien - ¿Te ha pasado algo?

- Alguien me estrelló contra un auto, creo que si me ha pasado algo - protesto haciendo que él alce la comisura de su labio hacia arriba.

- Estoy seguro que no es solo eso - me acusa entre cerrando los ojos. Le sostengo la mirada. Sus ojos verdes me penetraban hasta el alma, desvié mi vista - No te puedo dejar aquí.

- Solo pídeme un taxi - le digo sintiendo mi cabeza un poco más pesada.

- Yo seré tu taxi - se ofrece - Por favor. Tenemos que salir de aquí ya.

Lo miro una vez más. Honestamente no sé que será, solo sé que lo dejaron pasar a la discoteca sin preguntarle nada y que gracias a él también pude entrar. Aparte, no tenía cara de que me secuestraría. Además, yo también debía de salir de ahí ya.

- Vale - asiento finalmente.

Me sostiene por la espalda haciéndome parar rápidamente. Saca unas llaves de su bolsillo y abre el auto azul Lamborghini con el que me había estrellado.

¿En serio este era su auto?

Me apoyo en un pie mientras él me ayuda a sentarme en el asiento delantero de su auto para luego cerrar la puerta, y llegar rápidamente al piloto.

De no entrar a la discoteca, ahora entro al auto de un desconocido. Genial.

Tarjeta amarilla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora