Dos

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Hubo una pausa

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Hubo una pausa. Luego...
¡UN GOLPE VIOLENTO!
La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo.

Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.
El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, tomó la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.

—Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil...
Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.

—Levántate, bola de grasa —dijo el desconocido.

Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba agazapada detrás de su padre.
—¡Ah! ¡Aquí está Harry! —dijo el gigante.

Anahí se encontraba sentada aún en la cama improvisada, mirando todo con atención.
—La última vez que te vi eras sólo una criatura —dijo el gigante—. Te pareces mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.

Su padre dejó escapar un curioso sonido.
—¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! —dijo—. ¡Esto es allanamiento de morada!

—Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero —dijo el gigante. Se estiró, arrebató el rifle a su padre, lo retorció como si fuera de goma y lo arrojó a un rincón de la habitación.

Su padre hizo otro ruido extraño, como si hubieran aplastado a un ratón.

—De todos modos, Harry —dijo el gigante, dando la espalda a los sus padres y Dudley —, te deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor.

Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. Su primo abrió la caja con las manos temblorosas, desde la posición en la que se encontraba Anahí no logró ver lo que había en la caja.

Harry miro al gigante y dijo:
—¿Quién es usted?

El gigante rió entre dientes.
—Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.

Extendió una mano gigantesca y Anahí vió como sacudió todo el brazo de su primo.
—¿Qué tal ese té, entonces? —dijo, frotándose las manos—. Pero no diría que no si tienen algo más fuerte.

Sus ojos se clavaron en el hogar apagado, con las bolsas de patatas fritas arrugadas, y dejó escapar una risa despectiva. Se inclinó ante la chimenea. Los demás no podían ver qué estaba haciendo, pero cuando un momento después se dio la vuelta, había un fuego encendido, que inundó de luz toda la húmeda cabaña. Anahí sintió que el calor lo cubría como si estuviera metido en un baño caliente.

DursleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora