Quince

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El mundial de quidditch había resultado en un fiasco

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El mundial de quidditch había resultado en un fiasco. Todo había ido bien hasta que luego del partido, en medio de la noche, aparecieron unas figuras encapuchadas que causaron destrozos y pánico colectivo, terminando claro con la aparición de la marca tenebrosa en el cielo.

Los señores Weasley los habían devuelto a casa el día después de los mundiales, y Anahí debía admitir que estaba agradecida de que así fuera, el mundo muggle era más tranquilo que el mágico en esos momentos.

Había llegado el primero de septiembre y Anahí se vistió con unos jeans azul claro y un suéter violeta. Se vestiría con la túnica del colegio cuando estuviera en el expreso de Hogwarts.

—No creo que estén acostumbrados a ésto —le susurró a Anahí su madre en el jardín de delante de la casa, mientras observaban cómo el taxista cargaba los baúles. Esa era probablemente una de las pocas desventajas que la partida de Vernon, ahora ya no tenían auto.

El viaje resultó muy incómodo porque iban apretujados en la parte de atrás con los baúles. Fue un alivio llegar a King’s Cross, aunque la lluvia caía aún con más fuerza y se mojaron completamente al cruzar la transitada calle en dirección a la estación, llevando los baúles.
Anahí ya estaba acostumbrada a entrar en el andén nueve y tres cuartos. No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes nueve y diez. La única dificultad radicaba en hacerlo con disimulo, para no atraer la atención de los muggles. Petunia y Dudley se despidieron de ambos, y luego de un rato Harry y Anahí cruzaron finalmente la barrera.

El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres, reunidos en el andén. Harry y Anahí se separaron, el mayor fue en busca de Ron y Hermione, y la rubia fue al encuentro de Luna, Cedric o Ginny. El primero con quién se encontró fue con Cedric, y juntos entraron a buscar sitio, no tardaron en colocar su equipaje en un compartimiento de uno de los vagones centrales del tren.

Los carruajes atravesaron las verjas flanqueadas por estatuas de cerdos alados y luego avanzaron por el ancho camino, balanceándose peligrosamente bajo lo que empezaba a convertirse en una tormenta. Pegando la cara a la ventanilla, Anahí podía ver cada vez más próximo el castillo de Hogwarts, con sus numerosos ventanales iluminados reluciendo borrosamente tras la cortina de lluvia. Los rayos cruzaban el cielo cuando su carruaje se detuvo ante la gran puerta principal de roble, que se alzaba al final de una breve escalinata de piedra. Los que ocupaban los carruajes de delante corrían ya subiendo los escalones para entrar en el castillo. También Anahí, Luna y Ginny saltaron del carruaje que compartían y subieron la escalinata a toda prisa, y sólo levantaron la vista cuando se hallaron a cubierto en el interior del cavernoso vestíbulo alumbrado con antorchas y ante la majestuosa escalinata de mármol.

El Gran Comedor, decorado para el banquete de comienzo de curso, tenía un aspecto tan espléndido como de costumbre, y el ambiente era mucho más cálido que en el vestíbulo. A la luz de cientos y cientos de velas que flotaban en el aire sobre las mesas, brillaban las copas y los platos de oro. Las cuatro largas mesas pertenecientes a las casas estaban abarrotadas de alumnos que charlaban. Al fondo del comedor, los profesores se hallaban sentados a lo largo de uno de los lados de la quinta mesa, de cara a sus alumnos. Anahí y Ginny pasaron por delante de los estudiantes de Slytherin; de Ravenclaw, dónde se quedó Luna; y de Hufflepuff; y se sentaron con los demás de la casa de Gryffindor al otro lado del Gran Comedor.

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