Capítulo 5

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DESCONOCIDO

Veinticuatro horas antes de la llegada del clan Verlice a la casa de Gaia.

En el pueblo Blagden los niños ríen y las campanas lloran.

En el pueblo Blagden la oscuridad reina en cada rincón.

En el pueblo Blagden las personas fingen llevar una vida normal.

En el pueblo Blagden nadie se atreve a desafiar lo sobrenatural.

En el pueblo Blagden todos están sometidos a una familia de asesinos guarda secretos.

En el pueblo Blagden existen más de dos caras y entre ellas me encuentras, cuando el sol se oculta y cae la noche, los seres de la oscuridad y yo nos hacemos presentes, si prestas atención puedes encontrarme, estoy en varios lugares y a la vez en ninguno.

El sonido de la puerta abriéndose fue mi señal para poner en marcha mi plan.

—Mamá ya llegué.

Derribé la mesa para llamar la atención de la chica.

—¿Mamá?

—¡Gaia!—exclamé con felicidad falsa al verla.

La preocupación de la chica al verme fue difícil de esconder.

Por mi parte permanecí con tranquilidad y con una sonrisa sínica en mi rostro.

Ella retrocedió, cuando estuvo a una distancia prudente, levantó su mano e intento lanzarme hacia la pared por desgracia para esta desagradable mortal, eso no iba a funcionar conmigo, así que solo permanecí en mi sitio.

Le hice un gesto burlón.

La bruja intentó lanzarme un hechizo para acceder en el interior de mi cabeza y así lograr someterme, pero al hacerlo la sometida fue ella, lanzó un grito desgarrador cuando apreté mi puño, era un contra hechizo simple, pero inquebrantable, al intentar entrar a mi mente el hechizo le rebotó.

Ahora lo veo, el hechizo de protección que obligué a la otra brujita hacer había funcionado era impenetrable, pero no de la forma que creen.

La chica jadeaba de dolor tanto así que en su desesperación comenzó a lanzarme cosas en un débil intento por defenderse, pero estas no tuvieron ni el más mínimo efecto en mí.

—No puedes herirme no seas estúpida—mi sonrisa se amplió más.

Ella con dificultad tomó una daga dorada forjada con magia y se colocó en una postura defensiva.

—¿Qué haces aquí? ¿Dónde está mi madre?  —se acercó con la daga en manos.

—Siéntate, tenemos una charla pendiente—señalé una silla de la habitación.

—No hasta que me digas en donde está mi madre—ella avanzó y colocó la daga en mi cuello.

La observé con una mirada aburrida.

¿En serio consideraba que tenía una oportunidad contra mí?

Mortales imbéciles.

En un movimiento rápido le arrebaté la daga de las manos y la estampé contra una pared, tomé la daga y la amenacé tal y como lo había hecho conmigo.

—Que te sientes, tenemos una charla pendiente—le solté y la estampé contra el suelo.

Ella emitió un chillido de dolor, me observó con ganas de querer asesinarme, sin embargo, se levantó y se sentó en una de las sillas.

El Secreto De Los BlagdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora